—Vamos, Lei. No puedes echarte para atrás ahora—me anima Zabdiel dándome un pequeño apretón de manos y ofreciéndome esa sonrisa que adoro. —Sólo tienes que ir y decírselo—agrega en medio de un suspiro.
—Es más fácil decirlo que hacerlo—replico de manera inmediata y él niega un poco.
—Vamos, amor. No puede ser tan malo, además ya te dije que Fabricio se muere por hacer las paces contigo, sólo tienes que escucharlo y listo—explica acariciando mi mejilla de manera lenta. Mi piel se eriza a modo de respuesta y mi corazón se agita tratando de escapar de mi pecho.
—¿De verdad lo crees?—pregunto y él asiento firmemente.
—Oye, eres la chica más valiente que ha pisado la Tierra y confío ciegamente en ti en que vas a poder hacerlo, Leire—murmura sin apartar sus ojos de los míos.—anda, ve y arregla las cosas con Fabricio—agrega lanzándome otra sonrisa que esta vez no soy capaz de descifrar.
Inspiro profundamente llenando mis pulmones antes de ponerme de pie para comenzar a subir las escaleras de manera lenta. Es como si de repente mis piernas se hubiesen vuelto una especie de plomo que no me permite moverme con rapidez así que torpemente cuidando no caerme comienzo a ascender al piso superior de mi casa.
Avanzo lentamente por el pasillo tratando de reunir tanto valor como sea posible para terminar de llegar hasta la habitación de mi hermano y arreglar las cosas de una vez por todo. La noche anterior pasé tanto tiempo pensándolo que terminé durmiéndome alrededor de las cuatro de la mañana tratando de encontrar una buena solución, el error del año fue habérselo contado a Zabdiel que desde entonces no dejó de aconsejarme y darme ánimos para hacerlo.
Cuándo finalmente la puerta de caoba color blanco queda frente a mi vuelvo a inspirar profundamente y la golpeo un par de veces. La música tenue que proviene del interior de la habitación cesa de golpe y luego la voz de Fabricio me cede el paso.
Abro la puerta y lo encuentro lanzando el ovoide de americano al aire, luego la pelota se estampa en su rostro y evito a toda costa reírme porque sé que eso definitivamente empeoraría nuestra relación y se supone que el objetivo es arreglarlo. No empeorarlo más.
—Leire—murmura incorporándose de golpe en la cama.
—¿Puedo pasar?—cuestiono lentamente y él asiente de inmediato. Suelto un prolongado suspiro y le ofrezco una pequeña sonrisa antes de terminar de adentrarme en la habitación. Sus ojos idénticos a los míos se instalan en mí y por pura inercia mis nervios aumentan todavía más. —¿Cómo estás?
—¿Lo preguntas porque el ovoide me golpeó el rostro o sobre todo lo demás?—inquiere sin aparta sus ojos de los míos.
—Lo digo por todo en general—respondo y suspira pesadamente.
—Bien, supongo.—susurra.
—Escucha, Fab...sé que he sido la peor hermana sobre el la faz de la Tierra, que fui demasiado egoísta por sólo pensar en lo que yo sentía y no en lo que tú pudiste sentir...pero de verdad que la furia que sentía en ese momento me cegó...terminé siendo una grosera contigo pero eso no significa que no te quiera o que el amor que sentía por ti desapareciera. Eres mi hermano gemelo y te ama como a nadie en la vida—explico acercándome lentamente.—Mañana me voy a Nueva York y quería que supieras eso, sé que debes estar enojadísimo conmigo porque después de todo llevé las cosas a otro nivel pero...
—Estoy muy contento de que hayas vuelto con Zabdiel—anuncia en voz baja y me detengo para mirarlo a los ojos fijamente.—No estoy enfadado contigo, Leire. No tengo ningún motivo para estarlo, al contrario. Me siento totalmente orgulloso de que hayas hecho lo correcto, la manera en la que reaccionaste fue demasiado pasiva para lo que yo esperaba cuándo te enteraras.—murmura sin dejar de observarme fijamente.—Si yo hubiese sido tú, me hubiera partido la cara por imbécil—agrega y le sonrío un poco.—Antes de que otra cosa suceda quiero que sepas que fui el espía de Zabdiel, le informaba de todo lo que hacías durante estos días que estuvieron separados...
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DIEZ RAZONES PARA NO AMARTE (DRPNA #1)|ZABDIEL DE JESÚS|Terminada.
FanfictionLibro uno: DIEZ RAZONES PARA NO AMARTE. Libro dos: DIEZ RAZONES PARA ESTAR A TU LADO. No choco en las esquinas de los pasillos con chicos guapos con el físico de Dylan O'Brien y con el rostro de Harry Styles. No. Mi enemiga número uno no suele ser...