Me echo a correr como sí de eso dependiese mi vida sin importarme en absoluto que me perderé la siguiente clase. Pero para ser sincera ¿a quién le importa la clase del señor Enríquez? Suelto un largo suspiro apenas detecto el pasillo abarrotado de chicas que para el colmo de mis males me observan fijamente como si fuese una loca desquiciada a la que le gusta correr por los pasillos de la universidad.
Me detengo una vez que encuentro la pesada puerta de metal del teatro. Parpadeo un par de veces y aparto la mirada del pomo de la puerta porque sé que una vez que entre no habrá vuelta atrás y porque no me he detenido para reunir aunque sea un poco de valor para entrar y hablar con Zabdiel. ¿Qué se supone que le puedo decir?
Inspiro profundamente y cuento mentalmente hasta diez. Vuelvo a tomar el pomo de la puerta y tiro de ella para abrirla. El lugar está en completo silencio y en la distancia lo observo a él sentado en el filo del escenario donde se presentan las obras de teatro y los musicales que la señora Moran prepara.
Me aclaro la garganta para atraer su atención y sus ojos se posan en lo míos provocando que el corazón quiera salirse por mi garganta, que mi piel se estremezca y que me suden las manos. En ese orden.
—Leire. —murmura poniéndose de pie y yo comprendo que esa es la señal que necesito para comenzar a avanzar en dirección a él. Avanzo por los escalones sin apartar la mirada de él, rogándole a Dios que no me deje caer porque si lo hago seré todavía más patética que antes.—Leire...—me llama de nuevo.
—Zabdiel yo...
—¿Qué es lo que haces aquí?—cuestiona mirándome.
—Quiero decirte que soy una idiota—digo simplemente y su ceño se frunce.—Por eso estoy aquí—murmuro.
—No te estoy entendiendo nada—anuncia dando un paso la frente.
—Quiero decirte; Zabdiel...nunca quise lastimarte. Nunca quise que sufrieras, no quería que eso pasara pero creo que eso fue exactamente lo que conseguí...sí, soy una idiota que en un intento vano quiso protegerte pero al final de cuentas fui yo quién te terminó lastimando...cuándo decidí solicitar una plaza para ir de intercambio en Nueva York jamás pensé que pasaría cualquiera de las cosas que vinieron después, yo no tenía ninguna razón remotamente buena para permanecer aquí en Miami, quería irme y hacer las cosas que me gustan pero ahora las cosas han cambiado.—hago una pausa—cambiaron desde el mismo momento en el que entre en el vestidor del equipo de fútbol americano, cambiaron desde el momento en el que apareciste frente a mi semi desnudo e hiciste que mi torpe corazón se acelerara...las cosas cambiaron desde el momento en el que me miraste a los ojos la primera vez y yo lo noté...—niego un poco—Cambió desde ese momento y desde entonces no ha parado de hacerme feliz...nunca pensé que yo podía terminar con un futbolista porque tenía una idea errónea de ello y sin embargo aquí estoy...siendo la persona más cursi del jodido mundo y eres el responsable...
—Leire...
—Sé que te dije que no era una persona romántica, que me costaba mucho trabajo pero creo que encontrè la manera de serlo, encontrè una manera de despertar mi lado romántico...de una mala manera, pero lo hice. Eso bastó para que me diera cuenta que siempre tuve un lado romántico, estaba ahí...y nunca lo vi—susurro.
—¿Y cómo lo descubriste?—cuestiona mirándome a los ojos.
—Lo descubrí cuándo me di cuenta que te estoy perdiendo—confieso sin pestañear—No quiero hacerlo, Zabdiel. Soy feliz contigo. No quiero perderte—siento mi corazón volver a acelerarse cuando me doy cuenta que sus ojos se humedecen sin embargo no dice nada, se queda en silencio observándome fijamente y de paso haciendo que mi ritmo cardiaco aumente de nueva cuenta.
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DIEZ RAZONES PARA NO AMARTE (DRPNA #1)|ZABDIEL DE JESÚS|Terminada.
FanfictionLibro uno: DIEZ RAZONES PARA NO AMARTE. Libro dos: DIEZ RAZONES PARA ESTAR A TU LADO. No choco en las esquinas de los pasillos con chicos guapos con el físico de Dylan O'Brien y con el rostro de Harry Styles. No. Mi enemiga número uno no suele ser...