25: Hermoso detalle.

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Alice Coleman

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Alice Coleman.

Bajé del auto y en seguida sequé mis lágrimas. Lo que menos quería era que Alex y Madison me vieran llorar. Entramos a la mansión en silencio, los niños venían adormilados y bueno, yo no era conocida por hablar mucho.

—¡A la cama!

Los niños ni siquiera protestaron, subieron las escaleras como zombies andantes.

Solté un gran suspiro; aún sentía mis piernas temblar, aún sentía las manos de Justin en mi piel y su exquisito aroma envolviéndome.

No podía pensar con claridad, pero lo único que sabía era que no me arrepentía de lo que había sucedido, me sentía culpable porque minutos antes había estado con Kyle, pero no podía ser hipócrita, yo misma me había buscado lo que había sucedido con Justin.

Entré a la habitación con la vista en el suelo, y cuando me di la media vuelta y encendí la luz, quedé sorprendida, muy sorprendida, tanto que mi boca se abrió y todo rastro de tristeza desapareció de mi cuerpo.

—No puede ser —murmuré.

Al rededor de mi cama estaba repleto de mis rosas blancas favoritas. Habían muchos ramos de rosas blancas que en el centro tenían rosas rojas que formaban las letras de la palabra "Felicidades". No hizo falta que me acercara a leer la tarjeta que estaba sobre mi cama, yo sabía muy bien de quién era ese detalle.

"Porque cada día me sorprendes más y cada día le demuestras al mundo lo inteligente y talentosa que eres.

Felicidades, Honey. Te mereces toda la buena suerte del mundo.

—J."

Una gran sonrisa apareció en mis labios. No lo podía controlar. Mi corazón se estrujó por completo, y aunque la parte culpable de mi corazón aún me atormentaba, seguía anhelando a Justin en estos momentos.

Me deshice de mi ropa y me metí bajo las sabanas sin dejar de sonreír. Mis ojos se comenzaban a cerrar, mientras recordaba a cada segundo la forma en que me había tocado y besado esa misma noche. Creo que lo más emocionante de mi noche.




Sábado.

Este fin de semana los niños estaban conmigo porque Justin había decidido trabajar.
Solté un gran bostezo y no tardé en entrar a la ducha, me vestí con uno de los abrigos de mi propia colección y bajé a la cocina. Estaba garuando y hacía un frío nada cómodo. Nada extraño para este tiempo en Seattle.

Honey - JBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora