CAPÍTULO 2. Keep Calm...

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Mi día comenzó como cualquier otro, con Gabriel despertándome bajo amenazas de besarme. Ya sabía yo que no lo haría, pero igual me daba miedo tentar mi suerte.

Él era lo suficientemente suicida para temer.

Arrastré mi cuerpo hasta el baño y luego de una ducha rápida y de vestirme estuve lista para sentarme a comer el desayuno que Gabriel siempre me preparaba. Bajo la misma rutina que había establecido con Gabriel, salimos a la hora acordada, con él apurándome como siempre, su sentido de la puntualidad era una molestia, pero cuando llegaba a clases a tiempo, terminaba agradeciéndolo.

En el trayecto hasta la universidad, aprovechábamos de conversar con Isaack y Donovan, por lo general sobre sus prácticas o algunas viejas glorias.

Nos habíamos acoplado bastante bien y con esto quiero decir que Gabriel aceptó muy bien todas las normas que puse. Cada quien era responsable de la limpieza de su cuarto y de su baño, las áreas comunes debíamos limpiarlas los dos, por turnos. Él cocinaba los desayunos y yo los almuerzos. La cena por lo general la hacíamos entre los dos o terminábamos comprando algún delivery.

Fernando me había dado el control de las finanzas del departamento, así que organizaba todos los pagos que debían realizarse y se los pasaba con sus respectivas fechas de pago, pero cuando comenzó a viajar y se le dificultaba estar al tanto de eso me dio clave de sus cuentas, cosa que hasta el día de hoy me da un poco de vergüenza. Igual le aviso cuando ingreso y cuando realizo algún pago o transferencia aunque creo que no siempre me presta atención.

Bueno... estoy segura de que no lo hace.

El colmo de los colmos es cuando me escribió un día para que revisara el estatus del pago de sus tarjetas y cuando se dio cuenta que se atrasó, también me dio esa responsabilidad. Así que ahora soy como una administradora de los O'Pherer. Me siento halagada y con una gran responsabilidad encima.

***

Abrí la puerta de la casa y me conseguí con Isaack y a Gabriel estudiando en el comedor y a Donovan haciendo lo mismo, pero en el sofá. Solté los libros que traía conmigo y saludé a todos antes de meterme en el cuarto para cambiarme de ropa.

Tenía una llamada perdida de Rámses y me apresuré a respondérsela, sin embargo no me atendió. Me decepcioné de inmediato, los tiempos que teníamos para conversar eran pocos y perderme uno siempre me molestaba.

Beleza, pedimos pizza ¿quieres?.

—Claro. Ya salgo.

—¿Y esa cara larga?.

—Tengo una llamada perdida de Rámses y ahora no me atiende.

Gabriel torció el gesto: — De seguro te vuelve a llamar. Ven, se enfriará la comida.

—Lo sé, pero me molesta perderme una llamada. Estúpido teléfono.

Gabriel rio: —Los dos son tan exagerados... tal para cual.

No Juzgues La Portada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora