Pasamos el fin de semanas encerrados y yo seguía molesta.
Me llamaron un par de veces para tratar de explicarme los motivos que tuvieron, pero finalmente ese no era el problema, porque entendía muy bien por qué tomaron esas medidas de seguridad, pero lo que me tenía molesta era que no me lo dijeses, que me creyesen débil o incluso inestable, tal como me dijo Fernando en un momento de la última llamada: "No queríamos que te desestabilizaras".
No les colgué el teléfono porque sería confirmar mi "desequilibrio", pero era lo que se merecían.
Ni siquiera pudimos ver a Isaack y a Donovan, porque el primero tuvo un juego en otra ciudad y el pelirrojo lo acompañó.
Rámses también me llamó y aunque hablé con él, seguía también molesta. Lamentablemente ahora desconfiaba de que fuese sincero conmigo siempre, como lo habíamos acordado. Era un tema sensible, así que lo evitábamos, lo que resultó bastante sencillo considerando que Rámses se había tomado lo que parecía ser una tonelada de café y que no paraba de hablar y hablar con una rapidez bastante asombrosa y que seguirle el ritmo se me dificultaba.
Sus ojos estaban rojos del cansancio, sus ojeras bastante marcadas, estaba más delgado incluso y su mal humor de antaño estuvo presente también en varias de nuestras conversaciones en un ir y venir que resultaba agotador.
Él estaba muy estresado porque para poder asistir a mi cumpleaños y acompañarme al primer día de la audiencia que eran el mismo día, debía adelantar dos exámenes y completar varias horas de la práctica.
Se molestó enormemente cuando le sugerí la posibilidad de que no viniese, pero lo hice solo porque lo noté agotado, como borracho de cansancio. No volví a darle esa salida, porque su reacción me sorprendió bastante. Sus cambios de humor eran de un extremo al otro y hasta le sugerí que dejase de tomar tanto café y bebidas energéticas.
Finalmente, el domingo en la noche, Mike se dignó a dar la llamada que tanto esperábamos.
—Mike, ni se te ocurra mentirme—le pedí a quien era mi familia pero también mi abogado.
—No lo haré muñeca. No averiguamos quién era la persona ni qué quería, pero no los podemos tener encerrados en el departamento hasta que lo hagamos. Extremaremos las medidas de seguridad.
Bufé, era lo que esperaba que hicieran de todas formas. Pero ¿qué más extremas podían ser, si nos dejaron encerrados todo el fin de semana?.
—Muñeca, uno de los oficiales te acompañará hasta la universidad todos los días y de regreso.
Bueno, como que si podían extremarlas.
—Por lo menos serán... ¿discretos? No quisiera que todo el mundo supiese que tengo una familia exageradamente sobreprotectora.
Mike se rio y me sentí derrotada.
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No Juzgues La Portada 2
Ficção AdolescenteMe llamo Amelia Maggio y hace casi dos años mi padrastro me violó. Pensé que lo había podido dejar en el pasado, pero entonces descubrí que mi mamá está tan loca como él. Esa experiencia pudo haber acabado con cualquiera, pero yo contaba con una for...