CAPÍTULO 34. Nunca más

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—Si él cree que puede venir a decirme que hacer, está muy equivocado

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—Si él cree que puede venir a decirme que hacer, está muy equivocado...—refunfuñé mientras sacaba las llaves de mi cartera para abrir la puerta del departamento. Ameth no podía juzgarme. No lo permitiría.

En cuanto entré en el departamento todos mis pensamientos se acallaron repentinamente. El piso estaba cubierto con globos blancos y rosados, del techo también colgaban algunos, las ventanas estaban adornadas con luces de colores, las mismas que pusimos en navidad, y cuyas luces se reflejaban en los globos.

Estaba impresionante, hermoso.

Y al fondo de la habitación estaba Rámses, con una camisa blanca impecable, con las mangas subidas hasta sus codos, algunos botones abiertos. No llevaba nada debajo por lo que algunos de sus tatuajes podían verse a través de la ropa. Llevaba unos pantalones negros de vestir, y sin zapatos. Lucía sexy con su cabello alborotado, sus piercings, e incluso con su semblante serio mientras hablaba con Hayden y Fernando. Gabriel seguía inflando globos y lanzándolos al piso, Ulises de espalda colgaba algunos en el techo subido a una silla que sostenía Jeremy. Mike terminaba de colocar las luces. Escuché a Donovan y a Isaack en la cocina, junto con el tintineo de algunos platos y vasos.

—No es el momento de hablar de eso—decía Hayden.

—Claro que si es el momento, si no ¿Cuándo?—preguntó Rámses

—Cuando Amelia no esté a punto de llegar—Fernando intentaba calmar a Rámses.

—¿Acaso soy el único que está viendo el mismo patrón en los acontecimientos?

—No eres el único—concordó Gabriel con la voz entrecortada—, también lo estoy viendo.

—Ya les dije que está vigilada 24 horas al día.

—No es suficiente, la otra vez tampoco lo fue—Rámses estaba enojado, cruzó sus brazos sobre el pecho en señal inequívoca de que no cambiaría su forma de pensar.

—Rámses—murmuró muy por debajo Ulises, con sus ojos clavados en mí.

Todos se giraron con lentitud y cuando me vieron parada delante de la puerta dijeron "sorpresa" en distintas entonaciones y volúmenes. Obviamente, yo los había sorprendido a ellos.

Mike encendió el resto de las luces y la casa quedó completamente iluminada, a mi espalda Donovan salió con una bandeja con algunos chocolates, frutas y dos copas. Isaack llevaba una botella en sus manos. También se paralizaron cuando me vieron.

—Ehm...—murmuró Gabriel y soltó el globo que estuvo inflando en el piso—, hora de irnos. Terminemos.

Isaack y Donovan entraron en mi habitación y salieron con las manos vacías. Mike se apresuró a levantar las cajas donde estuvieron guardadas las luces; Gabriel, Ulises y Jeremy también recogieron todo lo que no formaba parte de esta sorpresa.

Los miré a todos correr por la casa, apurándose a dejar todo como había sido el plan inicial. Me divertía verlos tropezarse los unos con los otros mientras acomodaban las cosas.

No Juzgues La Portada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora