CAPÍTULO 16. Entonces comenzó un bullying...

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Desperté primero que Rámses, me deslicé de entre sus brazos y cerré la puerta con excesivo cuidado para no despertarlo.

En cuanto llegué a la sala Gabriel estaba sentado en el mueble, su cabeza recostada sobre su puño cerrado, sus ojos cerrados. La visión me enterneció. Entré a su cuarto para cambiarme rápidamente y usar el baño.

—¿Estás lista?—preguntó en cuanto salí y asentí en respuesta. Él bostezó y se desperezó mientras caminábamos.

Subimos los pisos que nos separaban de la casa de Donovan e Isaack. Guardábamos una copia de la llave de su departamento y me dieron permiso para usar su cocina y preparar el pastel de cumpleaños de Rámses. Gabriel sería mi asistente y...

El timbre sonó y mi cuñado abrió la puerta.

—Buenos días—saludó Hayden.

Mike solo murmuró un quedo saludo. Venía con varios cafés en su mano y comenzó a repartirlos.

—Yo había hecho café—me quejé.

—Tranquila Mia, más para mi— Hayden me saludó con un beso en la mejilla—. Ignóralo, anoche pasó toda la noche hablando con su novia por teléfono, se acostó muy tarde.

—¿Te mantuvo despierto toda la noche?—Gabriel guiñó un ojo, como si fuese necesario recalcar su doble sentido.

Mike asintió y torció su sonrisa con picardía.

—Gracias por ayudarnos, ustedes siempre tan atentos—Fernando entró en el departamento cargando las bolsas con todo lo que le había pedido que comprase. Ulises lo ayudaba.

Nos apresuramos a quitarle las bolsas de encima y a disponer todo para la preparación.

Con tantas manos ayudando fue fácil hacer todo lo que teníamos que hacer, que además de hacer el pastel, con mucha cobertura, incluía parte de la cena de fin de año.

—Ehm... Hayd, ¿podemos hacer más cobertura?—susurré.

—Ya hicimos suficiente como para cubrir dos pasteles... oh, ya entiendo—mis mejillas explotaron—, haremos mucho más.

—Solo un poco más—le recordé.

—Mucho, muñeca, conozco a mi ahijado. Morirá de un coma diabético contigo, pero para él valdrá la pena.




—¿Todos tienen sus regalos?—pregunté mientras llevaba el pastel en las manos y nos disponíamos a abrir la puerta del departamento.

Asintieron.

Gabriel deslizó en el bolsillo trasero de mis jeans el regalo que le pedí que me comprase para Rámses. Me guiñó el ojo y abrió la puerta.

No Juzgues La Portada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora