CAPITULO 42. FINITO

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—Ya estoy acá—gritó Ameth en cuanto llegó a la casa

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—Ya estoy acá—gritó Ameth en cuanto llegó a la casa.

—¡Voy! Me retrasé hablando con Rámses—respondí y terminé de colocarme los zapatos.

—¿Cómo están ellos?

—Bueno, es un viaje muy distinto a los que han hecho antes, estarán de regreso en dos días.

—¿Y cómo fueron los viajes de antes?

—Iban a los sitios preferidos de la mamá y finalmente al cementerio. El último lo hicimos alrevés, fuimos primero al cementerio y después a todos los sitios que a ella le gustaban. Fue mejor de esa manera. Sigo sin entender por qué no lo hicieron igual este año ni por qué no quisieron ir por más días.

Yo no había querído ir porque no quería alejarme de Hayden. Rámses no estaba nada feliz con la idea, pero no logró hacerme cambiar de opinión. El pasaje comprado, quedó guardado en mi mesa de noche.

—¿Qué te parece si pasas unos días con nosotros en el rancho?.

Así llamaba mi papá a la casa que tenían para vacacionar en el campo, tenía todo el aspecto rústico que adoraba y estaba frente una gran laguna. Las fotos que me había mostrado eran maravillosas. Pero no me imaginaba pasar las vacaciones lejos de los chicos, ni mucho menos lejos de Hayden.

—Me puedo encargar de que tus abuelos también vayan.

Esta idea me hizo dudar, pues tenía tiempo sin verlos. Hablábamos casi a diario, pero no dejaba de extrañarlos, más ahora que mi abuela estaba tan enferma. Siempre tenía un dolor, un malestar, una gripe, una alergia. Obviamente tenia las defensas muy bajas y aunque el resto de la familia los cuidaba y atendían muy bien, no veía mejoras. "Es la edad" me decía mi abuelo y creo que habían llegado a una edad, donde esa era toda la explicación que podíamos conseguir.

—Mi abuela ha estado delicada de salud—le recordé.

—No te preocupes, puedo conseguir uno de esos aviones clínicos. Viajarían acostados y mejor que en primera clase. Anda, hija, mereces unas buenas vacaciones después de todas estas locuras. Rámses y Gabriel también pueden venir.

Asentí, mientras tomaba mi cartera y las llaves de la casa, pero no sabía si era lo que quería, tendría que seguir pensándolo. En este tiempo la relación con Rámses seguía siendo extraña sin que pudiéramos tocar el tema de Hayden, ni siquiera sabía que iba a visitarlo al centro donde se encontraba 4 veces por semana.

A Hayden lo veía mas cambiado, distinto y mejorado algunos días, la verdad era que no podía dejar de preocuparme por él. La depresión parecía ser contagiosa pero ¿Cómo no? Si no podía estar bien, viendo lo miserable que él se sentía; yo ya no podía ni siquiera disimular mi preocupación. Rámses, aunque era dulce y me abrazaba cuando mas lo necesitaba, nunca me decía ni una sola palabra de aliento. Por esas cosas es que no podía evitar sentir cierto resentimiento por él, por todos. Alexa me decía que no podía culparlos de la depresión de Hayden, pero en ese punto no lograba avanzar ni un poco con la terapia.





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