Capítulo 3

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Dentro del coma:

Lidia acababa de despertar y lo primero que ven sus ojos es un techo de un color lila claro. Se levanta poco a poco de la cama dónde estaba tendida y observa el lugar. Es una habitación pintada del mismo color que el techo, la colcha de la cama es de tonos azules, lilas y rosas. Se ven cajas de cartón todavía sin desempacar y con palabras cómo: "libros, cosas de baile, zapatos..." en ellas.

Pov Lidia

Un momento, aguarda, cosas de baile. Pero si yo no voy a baile desde que tenía 12 años.

-Lidia, gracias a Dios, ya estás despierta por fin- dice mi abuela cuándo entra en mi habitación. Un momento otra vez, ¿mi abuela? pero ¿cómo?

Ella sigue hablando, pero yo no escucho nada de lo que dice, me he quedado petrificada en cuánto ha entrado en la habitación.

-Niña, ¿qué te pasa? Ni que nunca me hubieses visto- me dice al darse cuenta de mi asombro.

-Nada abuela, estoy bien- me costó decirlo, pero lo logré.

-Bueno, levántate que llegarás tarde en tu primer día a la escuela de danza.- me dijo sacando un pantalón corto y una blusa de deporte.- Busca tus zapatos, en la caja más grande. Ah, por cierto, te dejé anoche preparada en el despacho de tu padre el bolso para la academia, tienes todo ahí las puntas, ...

-Gracias, abuela eres la mejor- cuándo dijo todo aquello lo recordé todo, nos habíamos mudado a Australia hace muy poco, por lo que teníamos muchas cosas en las cajas. Así que tendría que desempacar después de mi primer día en la academia de danza de Sídney.

Me puse la ropa que me había dejado mi abuela. Bajé las escaleras y me encontré con mi abuelo pegado a la tele, papá ya se había ido a trabajar y mamá estaba haciendo el desayuno para mí y para mi hermana que estaría acaparando el espejo de su habitación.

-Buenos días cariño- me dijo mientras yo me sentaba y ella ponía el plato de mi desayuno enfrente de mí.

-Buenos días mamá- le contesté mientras cogía la taza para beber mi capuchino.

-¿Estás lista? Porque en cuanto termines, quiero que vayas a por tu bolsa que tu hermana y yo vamos a llevarte.- dijo mientras lavaba los platos del desayuno junto a abuela.

-Me encantaría ir contigo a la escuela, como cuándo eras pequeña- me dijo abuela cuándo salía de la cocina con su cartera- Pero la vecina me va acompañar a salir a la compra.

-No te preocupes abuela, podrás venir algún día a la academia- le contesté mientras terminaba mi desayuno.

-Adiós cariño, suerte en tu primer día.

-Gracias, te quiero- dije mientras lavaba mi plato.

Terminé de lavar el plato y fui a recoger la bolsa de baile.

-Ya estoy lista- dije mientras me dirigía a la puerta.

-Bien vámonos, ¡Sara!

-Ya estoy mamá- le contestó cuándo bajaba las escaleras.

Salimos de casa y fuimos a buscar el coche, nos dirigimos hacia el puerto de Sídney, dónde quedaba la escuela de danza.

-Bueno tenemos que ir al despacho del director de la escuela.- dijo mamá- Y Sara por favor no te pongas a leer con el móvil delante del director de la academia, esto es importante para tu hermana, es una suerte que hayamos encontrado una escuela de danza para que ella pueda seguir con su formación al tener que mudarnos por el trabajo de tu padre.

-Sí mamá- le contestó Sara mientras rodaba los ojos.

Después de eso nos dirigimos al despacho del director. Tardamos en encontrarlo, porque mamá tiene un pésimo sentido de la orientación. Y era tan cabezona, que no dejaba que le preguntásemos a alguien, ella lo quería encontrar solita.

La última voluntadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora