(Dentro del coma)
Pov Lidia:
Las pocas horas que quedaban de fin de semana pasaron volando. Mi familia estaba muy preocupada por el asunto de Bastian. Me trataban como si fuese de cristal, tenían miedo de mencionar su nombre cómo si fuese a echarme a llorar.
Si soy sincera conmigo misma, me sigue doliendo que Bastian me haya engañado. El dolor no se va de un día para otro. Pero no puedo vivir en mi habitación, llorando y engordando para alimentar mi dolor.
Soy muy joven para anclarme a un amor y a un chico que no merece la pena.
-Nena, vamos, voy a llevarte a la academia - me dijo mamá entrando a mi habitación.
-Vale, ya bajo - dije reincorporándome.
Mamá me miró con tristeza, como lo hace desde que se enteró de lo que hizo Bastian.
Me agaché a recoger mi bolsa y salí de mi habitación. Cuándo bajé las escaleras, mamá ya estaba en la puerta con las llaves en la mano.
-Vamos, hija - me dice abriendo la puerta.
Salí primero, y me dirigí al coche, esperé a que cerrara la puerta y abriera el coche, para entrar yo en la parte del copiloto y dirigirnos hacia la academia.
Ya en el camino, mamá me miró de reojo y abrió su boca para hablar, pero no dijo nada. Así que lo hice yo:
-Mamá si vas a preguntar otra vez si estoy bien, ahórratelo. Ya lo has preguntado tantas veces que me faltan dedos para contar las veces que lo has preguntado.
En cuanto terminé de decir eso, ella cerró su boca y luego la abrió para decirme:
-¿Tan predecible soy?
-Sí, mamá, sí lo eres -le dije soltando una pequeña risa.
-Me alegro que te lo hayas tomado tan bien. Eso significa que eres una persona muy madura para tu corta edad, Lidia.
-¿Eso crees, mamá?- le pregunto recostando mi cabeza en el asiento del coche.
-No lo creo, lo sé -me dice girando un momento la cabeza para luego volver a girarla al frente.
Y eso fue el último comentario por parte de las dos, hasta que llegamos a la academia, y nos despedimos. Caminé hasta los vestuarios de chicas, y me dirigí a mi taquilla, allí había dejado un poco de ropa por cualquier emergencia.
Hoy tenía ganas de bailar algo distinto, un poco de flamenco estaría bien. Cogí las mallas y la blusa, las puse en el banco y busqué mis zapatos de tacón. Me cambié, pero noté que me faltaba algo, además de sujetarme el pelo con una gomilla claro. Era la falda, volví a abrir la taquilla y la cogí. En cuánto me la puse, salí hacia el estudio que tenía reservado para ensayar.
Puse un disco que dejé allí, y en seguida empezó esta canción que me encanta. Se llamaba "Corazón flamenco", hablaba de un amor gitano y las sensaciones que despierta el chico en su amada.
Bailaba como si no hubiera mañana, sólo quería bailar y bailar, nada me podría parar, necesitaba dejar de pensar en lo de Bastian.
En cuánto terminó la canción, me apoyé con las palmas de las manos en las rodillas y suspiré del cansancio.
-Vaya - esa voz me asustó- Me gustaría ser ese chico que hace que tu corazón se dispare cuando por tu calle pasa- dijo citando parte de la canción.
Todavía no había levantado la mirada hacia esa persona pero no tenía que hacerlo para darme cuenta quién era. Aún así lo hice, obviamente era Ethan. Estaba recostado en el marco de la puerta del estudio, tenía una sonrisa divertida en el rostro y estaba cruzado de brazos.
Le miré directamente a los ojos y le sonreí, me puse las manos en la cintura.
-¿En serio querrías serlo? - le pregunté coqueteando un poco.
Se separó de la puerta, me sonrió coquetamente y me dijo:
-¿Tengo que demostrártelo? ¿O no se ve a simple vista? Porque yo creo que toda la residencia lo ha notado - me dijo acercándose aún más, lo que logró que me pusiera aún más nerviosa.
-¿El qué ha notado toda la residencia? -dije haciéndome la tonta, obviamente sabía que tenía un interés por mí lo único que no sabía era que era tan evidente para los demás.
-No mientas, pequeña. Yo sé que has notado esto que estoy sintiendo por ti - me dijo acercándose a mi todavía más, si eso fuese posible - ¿Y tú que sientes por mí?
-Yo...ah...yo...-digo sin ser capaz de decir algo más.
-Ella está esperando a su queridísima prima - dice una voz muy conocida para mí. Me giro y veo a mi prima Hayley.
-¿Hayley? - digo sorprendida.
-La misma que viste y calza - me dice - Ay, cuánto te he echado de menos - me dice corriendo hacia mí, para darme un abrazo.
En cuanto la abrazo, me golpeo mentalmente, ¿no podría haber llegado en otro momento? Me pregunto a mi misma.
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La última voluntad
Teen FictionElla una chica amable, buena persona, inocente y sensible. Un accidente que descolocara la vida de los de su entorno, le proporcionará el beneficio de poder realizar su sueño. Aunque, ¿despertará para ver si puede lograrlo o se sumirá en el sueño et...