Capítulo 21

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(Fuera del coma)

Pov Noel:

-¿Te sientes mejor? - le pregunté a la prima de Lidia. La había traído a la azotea para que sintiese el aire fresco, y eso la tranquilizase. Además, porque pensaba que hablar aquí, lejos de su prima, sería mucho mejor para ella. 

Se alteró mucho cuándo la vio así, aunque es normal, Lidia era tan activa y alegre y verla así, débil, causa un impacto en cualquiera. Incluso en alguien tan pequeño como su prima.

-Sí, muchas gracias por sacarme de la habitación - me contestó todavía con un tono de voz ronco por haber llorado - Me ha tranquilizado estar aquí.

Sonreí cuando dijo eso, a mí me ayuda mucho venir aquí, ver la puesta de sol, ver la ciudad desde lo alto es increíble. Y hace que se te olviden los problemas del día a día.

-A mi también - le dije mirando hacia el horizonte.

-¿Y por qué te ha tranquilizado? ¿Acaso estabas nervioso por algo? - me preguntó con un tono de curiosidad en su voz. Cuando bajé la mirada hacia ella, la descubrí mirándome, pero no apartó la mirada. Sino que parecía, que estaba intentando ver dentro de mi alma. Y no sé cómo lo descubrió pero, las siguientes palabras hicieron que me pusiera muy nervioso.

-Estás enamorado de ella - me soltó con una pequeña sonrisa traviesa, mi cara debió ser todo un poema porque empezó a reírse - Estás enamorado de mi prima Lidia, o ¿me estoy equivocando, Noel Smith? - dijo leyendo la placa dónde ponía mi nombre, que llevaba en el uniforme.

¿Cómo lo descubrió? Mi cara estaba entumecida del susto que me dio al saber que ella había descubierto mi mayor secreto. Seguro puse una mueca de pánico porque ella volvió a hablar:

-Tranquilo no voy a decírselo a nadie - me dijo enseñando su dedo meñique. Yo la miré confuso y ella soltó un suspiro y dijo - Tienes que enlazar tu meñique con el mío. Es una promesa - dijo cómo si fuese yo un niño.

Pero lo hice, y ella suspiró tristemente y miró hacia el suelo; con sus pies empezó a patear una piedrecita.

-¿Sabes?, me enseñó esto de hacer promesas y cumplirlas, mi prima era la mejor, me cuidó muchísimo cuándo era pequeña. Cuándo se fue al instituto, yo tenía 2 años y seguía en la guardería, pero venía a verme todos los días, y jugábamos en mi casa - me dijo.

-¿Cómo puedes acordarte de todo eso? - le pregunté impresionado.

-Lidia es una persona imposible de olvidar. Recuerdo cada cosa que hice con ella. Además, he empezado a escribir para recordarle todos los buenos momentos que hemos pasado juntas - me dijo con una sonrisa orgullosa de lo que está haciendo.

-¿Sabes? Eres más grande de lo que aparentas - le dije acercándome a ella.

-¿Por qué dices eso? - me preguntó con voz curiosa.

-Porque dices tener 7 años pero todo lo que dices, cómo te expresas, pareces tener el doble de la edad que tienes, y eres grande, por tener tan buen corazón - le dije agachándome, para estar a su altura.

-Gracias, lo último que recuerdo de ella antes de que pasara todo esto fue,  una tarde que estaba corriendo para que otra prima no me pillase. Y chocarme con ella y que me abrazara, y me dijese cuánto me quiere - me dijo con un tono de voz triste.

-No llores, sé que a ella no le gustaría verte llorar. - le digo acariciando su pelo.

-Y yo sé que serás un buen novio para Lidia - me dice sonriendo.

-A todo esto, no sé cómo te llamas - le digo, aunque me ha gustado mucho su comentario.

-Me llamo Annabel - me dice extendiendo hacia mí, su manita.

-Encantado- le digo estrechándosela.

-Igualmente, oye, ¿podemos bajar? Seguro que mi madre me está buscando.

-Vamos - le digo sin soltar su mano, poniéndome derecho. 

En el transcurso, en el que llegamos a la sala de espera, no hablamos ninguno. Solo vamos cogidos de la mano en silencio. Todo lo que me ha contado de Lidia me hace quererla más, si eso es posible. Antes de llegar, Annabel se gira hacia mí y me dice:

-Dile que la quieres, antes de que sea demasiado tarde - Y suelta mi mano y se adelanta, pero antes de buscar a su madre, se gira hacia mi y me dice adiós, moviendo solo la mano.

La pierdo de vista, pero lo que no pierdo es el eco que se ha formado en mi mente con su última frase. Para ser tan pequeña, esta niña sabe demasiado sobre la vida.

Pov Annabel:

-Annabel, ¿dónde estabas jovencita? - me dice mamá poniendo sus manos en sus caderas.

-Por ahí - digo encogiéndome de hombros.

-¿Cómo que por ahí? ¿Y me lo dices así de tranquila? - dice mamá montando todo un melodrama.

-¿Y cómo quieres que te lo diga? ¿De la manera en la que me lo estás diciendo tú? Para que toda la gente nos esté mirando cómo lo están haciendo - le digo con voz tranquila.

Mi madre mira disimuladamente para comprobar que lo que he dicho es verdad, me mira con un brillo especial en la mirada, ese brillo que había perdido desde que Lidia está en este hospital.

-Me recuerdas mucho a ella - me dice agachándose- Eres igual que ella, siempre hablaba con una voz tan tranquila y todo lo que decía era tan maduro para la edad que tiene. Me alegra ver que te pareces a tu prima - me dice acariciándome la mejilla.

Sus palabras me alegran y me entristecen, porque sé de que se está refiriendo a Lidia, pero parecerme a ella es lo que siempre he querido. Aunque ella me decía que tenía que ser lo que yo eligiese ser, no que copiase la forma de ser de alguien.

-Mamá, Lidia va a despertar, y todo  volverá a ser como lo era antes - le digo y ella se abraza a mí llorando.

"Por favor  Lidia despierta, nos haces mucha falta." 

La última voluntadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora