Viaje a mis propios recuerdos.
Por un segundo me olvido de mis intrigas por Leiftan, de mi repentina preocupación por descubrir qué es lo que pasó, y me dejo llevar por la emoción del momento.
No era tanto felicidad ni tristeza. Era más bien nostalgia lo que invadía cada fibra de mi ser.
Sus palabras salieron sinceras, probablemente jamás había oído algo como eso. "Vuelve a ser feliz" Me repetía una y otra vez mientras sus ojos me atravesaban en busca de una respuesta. Aquello debió salir de lo más profundo de él, sino, no me explico como pudo haber causado tal efecto en mí.
—Ezarel...—Digo con un hilo de voz, realmente no tenía ganar de llorar, ni reír, y mucho menos ganas de ahorcarlo.
Quería que sus estúpidos brazos me rodearan y reconfortaran. Eso quiero.
— Lo siento tanto...—Me acaricia la mejilla, si digo que nunca antes habíamos compartido un momento tan cómodo no exagero.
—Cállate, imbécil.— Suelto sin ápice de amargura y me acerco más a él a fin de terminar la distancia entre nuestros cuerpos. No dudó dos segundos en abrazarme con fuerza, tal como quería, y acariciar mi espalda con calidez.
No entiendo mucho, realmente estoy confundida en un sin fin de emociones y pensamientos., pero si algo tengo claro es que estoy cómoda. Cual oso gordo perezoso dormido sobre un árbol al que es alérgico, a sabiendas de que es malo para él pero sin poder evitar disfrutar cada segundo.
Me tomo la libertad de acurrucarme y abrazarme a él con la fuerza de una niña de 5 años, apoyo la frente en su pecho y suspiro relajada hasta un punto que ni yo me creo. No caben expresiones para describir lo que siento.
Probablemente duramos varios minutos así, minutos en los que Ezarel no dejó de acariciar mi espalda y cabello de vez en cuando diciendo que lo lamentaba y que recuperará mi confianza para que luego yo le dijera que cierre el hocico. Quizás era su forma de confirmar que no estaba llorando, ya he logrado comprender lo mucho que le afecta verme así.
— Ez.—Llamé a su nombre, él no respondió más soltó un sonido para indicarme que me escucha.— Cuando te apuñalé...
Me callé en el instante que sentí sus músculos tensarse ante el tema y levanté la vista hacia él, insistente. Necesitaba hablarle de ello.
— ¿Cómo lucía cuando lo hice? —Digo con firmeza que a él le sorprende.
A él y a mí, que no sé de dónde he sacado los huevos para hablar tranquilamente de ello cuando hace nada prefería evitar el tema. Probablemente, el saber que tengo el perdón de Leiftan me reconforta en más sentidos de los que esperaba.
— No como la Opal que me confesó su vida entera.—Dice mirandome fijo a los ojos, ahora con sus manos en mis caderas.
No he podido evitar sonreír al pensar en las veces que me tomaba de las caderas de esa manera para jugar conmigo descaradamente.
— ¿Sigo siendo esa? —Alzo la ceja, curiosa.
— Me asusta pensar que la maté.— apretó el agarre sobre mis caderas, como si quisiera aferrarse a mí con todas sus fuerzas. Me mira con intensidad, prácticamente desvistiendo mi alma en busca de aquella Opal que recuerda.— Y espero recuperarla.
Conservo el silencio. Creo que es eso lo que más hago, callarme cuando él habla. ¿por qué tiene que ser tan cagón? él SÍ es el terror de los grupos de whatsapp.
— Ezarel--
—No me digas que no puedo.—Me interrumpe con suavidad, sonriendo con evidente tristeza.

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Inútil tus cojones. I
FanfictionEn esta versión de la vida, Opal se encuentra completamente desencajada de ella; ¿Justo después de emanciparse desaparece de la tierra y termina en medio de la santa perdición, con una bola de fenómenos entre los cuales se encuentra un Elfo insulso...