El ángel del olvido.
Me siento en la banqueta y miro a Eweleïn. — Que no es para tanto, te digo.—Ruedo los ojos.
— ¡Claro que es serio! — Me regaña ella escribiendo en su libreta.— Ustedes le llaman anemia, ¿No?.— Asiento con ligereza, en realidad no estoy segura. — Es o explica por qué no has parado de dormir, niña, tienes que comer.— Arranca una hoja y me la da en la mano.
— ¿Qué es esto? — Miro la hoja sin ganas de leerla.
— Entregaselo a Karuto, será para que te agregue algunas carnes rojas y ciertas frutillas que necesitas.— Me empuja fuera de la enfermería.— ¡Si me entero que sigues sin comer te las vas a ver!
Me río y comienzo a andar hacia la cantina, Eweleïn exagera con la situación.
— Hola, Karuto.— Me apoyo en la barra que recién acaba de limpiar con fin de fastidiarlo.
— ¿Quieres que sea yo el que termine poseído esta vez? — Ironiza.— ¡Quita tus sucios codos de mi barra! — Me golpeo en la cabeza con un trapo y me aparto, sonriendo burlona.
— Eweleïn me ha pedido que te entregue esto.— Extiendo el papel hacia él.
— ¿Así que estás enferma? Tiene sentido, viendo como llegaste hace unos días.— Mira el papel con ligera preocupación. Es cierto, ni siquiera recuerdo si comí durante esas semanas, y estos días de lucidez apenas he comido un par de veces.
— Eweleïn exagera un poco.— Ruedo los ojos.
— Pues no te he visto comer más que pan y mermelada, ¡dudo que ella exagere! — Me da un regaña niños y me sirve una sopa caliente que tenía preparada. Pueden verse los vegetales junto al pollo flotar.— Come.
— ¿Eso para quién era? — Alzo la ceja.
— Para alguién que podrá esperar otros 20 minutos por su comida, evidentemente.— Regaña y se va de vuelta a su cocina a preparar un segundo plato.
Al parecer me ha dado lo último que quedaba.
Empiezo a beber la sopa como si fuera un jugo, dejando los agregados para el final. ¡Como disfruto comer lo que queda después de que me bebo la sopa! Noto como Karuto ha mejorado mucho en la cocina, a comparación de la primera vez que comí aquí.
Soy una maravillosa influencia para él, vamos, hay que admitirlo.
— Karuto, ¿Dónde está mi sopa? — Se queja la voz de Ezarel a pocos metros míos, asomándose por la puerta de la cocina.
— En la barra, siendo comida por tu chica.— Señala Karuto con indiferencia.— Y si quieres que te ponga más carne hazme el favor de ver que se lo coma todo, ¡sin quejas!.—Dicho esto, Ezarel gira la cabeza para ver el monstruo que le ha robado la comida.
Su cara ha pasado en cosa de segundos de amarga a suave. Yo decido mirar a mi plato mientras como lo que queda en el fondo del plato.
— ¿puedo saber por qué te comer mi sopa? — Se acerca él intentando iniciar una conversación tranquila conmigo.
— Porque Karuto me la dio.— Respondo cortante, obviando la situación.
— ¿Por qué? — Se sienta a mi lado acomodandose como a quien no desprecian.
— Porque así es la vida, a veces tienes lo que quieres, a veces no. Tristemente, hoy no tienes tu sopa a tiempo.— Ruedo los ojos.
— Últimamente todo lo que quiero se pierde.— Dice con desdén, y yo me atrevo a dirigirle la mirada.

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Inútil tus cojones. I
FanficEn esta versión de la vida, Opal se encuentra completamente desencajada de ella; ¿Justo después de emanciparse desaparece de la tierra y termina en medio de la santa perdición, con una bola de fenómenos entre los cuales se encuentra un Elfo insulso...