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Pacto con satanás.

  A falta de aire abro los ojos de golpe, sentandome en el borde de la cama en un intento de regular mi respiración. Sentí como si me hubiesen estado estrangulando.

— Hasta que despiertas.— Esa voz...

Giro la mirada rápidamente, en el sofá a pocos metros de mi cama está sentado Leiftan mirándome con el gesto ensombrecido. 

El miedo no tardó en saludarme. Siempre lo dije, soy una persona llena de miedos, cobarde, insegura, siempre se lo dije a Ezarel en nuestros momentos más íntimos. Aunque él traicionó mi confianza, era más barato que un psicólogo.

  Al instante en que vi los ojos de Leiftan supe que aquel sueño no era falso. Era completamente real y yo acababa de divagar entre mis recuerdos. 

Mis verdaderos recuerdos.

— T-tú...— Me voz sale ronca, corta, baja. No soy capaz de hablar con firmeza.—  Todo este tiempo, tú lo supiste.

— Y dejé que tu consciencia te destruyera lentamente, sí.— Dice con frialdad.— ¿Cómo más sino? 

— ¿Por qué? — Me atrevo a recorrer todo su ser con la mirada. Tal como en mi "sueño" él tiene los ojos negros con el orbe verde, cuernos y alas negras, y un aura tan oscura que hace que mi alma se retuerza. 

— Lo viste en tus recuerdos, preciosa. — Se levanta y comienza a caminar al rededor del cuarto, como quien tiene todo el tiempo del mundo.— Sólo puedo tomar control sobre tí cuando todo tu ser entra en crisis. Tal como con el beso de Ezarel que te obligó a afrontar el mayor de tus terrores.... y claro, fue la única vez que pude tomar control sobre tí.

— ¡¿Pero qué--

— ¿Quieres callarte? — Apenas bastaron sus gélidas palabras y un gesto con la mano para hacer que el terror me invadiera, apagando así mi voz.

Me siento tan estúpida e indefensa, ¿Cómo puedo permitir que me hable así? ¿Cómo puedo permitir que actúe de esta manera sin decirle nada? Esto es lo que odio de mí. Ser tan cobarde.

— Estoy muy enfadado, Opal. Me costó alterar tus recuerdos, me costó conseguir que olvidaras todo lo que hice para que te culparas a ti misma de cosas que ni siquiera pasaron, me costó mucho ocultarte de los demás... Todo para destruir tu espíritu por completo y poder tomar control sobre ti de una vez por todas. ¿Y qué haces? Justo cuando por fin estoy por tomarte, tu maldito subconsciente te lleva a recorrer todos tus recuerdos.—Su voz con cada palabra se vuelve penumbrosa. Más oscura, amarga, parece enfadarle realmente que haya "arruinado" su gran hazaña.

  — Entonces algo has hecho mal.— Me atrevo a soltar, cogiendo poco a poco algo de valor. Sé más que nadie que si me está contando esto es porque algo planea hacerme, y en ese caso planeo al menos recoger datos.—  ¿Para qué me cuentas todo esto?

— Para que entiendas un poco más.— Suelta un suspiro, como si tratara de recobrar un poco la calma.— Entiende que fue complicado conseguir ganarme tu lealtad y confianza, incluso llegué a pensar que recordabas todo y por miedo no decías una palabra... Afortunadamente el idiota de Ezarel no paraba de lloriquear sobre lo mal que te sentías por atacarme a mí, que "traté de ayudarte".— Suelta una risa insípida.—  Fuiste bastante idiota de creer que has sido tan fuerte como para herirme, a mí.— Niega con la cabeza, actuando como si fuera la idiotez más grande del mundo.—  Y que Miiko acuñara esa "súper fuerza" a una posible naturaleza Berserker... Oh, eso sí fue la joya mayor.— Empieza a alardear, bañandose en su gloria. Disfruta restregarme en la cara como un plan tan "mal diseñado" pudo conmigo y con todo el C.G en un intento de atacar mi orgullo.—  Debo decir, la idea de hacerte creer que quien te consolaba era yo fue mi error. De no ser por eso, tú habrías seguido despreciando a Ezarel y no habrías tenido ese contacto contigo misma. ¿Quién lo diría? Lo único que necesitabas para recobrar tus recuerdos era perdonar a tu príncipe azul.

Inútil tus cojones. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora