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Una ebria con memoria.

Corro hacia Marz como si fuese a ver a mi celebridad favorita, ella se encontraba aún en estado de inconsciencia y habían mil aparatejos raros conectados a distintas partes de su cuerpo, al parecer "evitando que reaccione violentamente".— ¡¿Q-qué estás...?! —La tomo de los brazos hecha una bola de nervios, indiferente a todo a mi rededor, ¡Me interesa una mierda qué ocurra! ¡¿Qué hace Marz aquí?!

  Empiezo a sacudirla y rogar porque despierte, pero no da señales de vida.

  — Opal....— Ezarel me aparta de ella y yo por mi parte no pongo resistencia. —  No va a despertar, le están suministrando somniferos para que no reaccione si no se le quitan.— Me mira con pesar.— Si no la puedes examinar, Miiko lo entenderá...— Rápidamente niego con la cabeza. Si algo sé, es que la única forma de enterarme bien de Marz es revisandola por mí misma, estos son capaces de ocultarme información.

— Lo haré yo.— Intento evadir mis emociones. Él asiente sin insistir y saca su cuaderno, dándome la señal de decir en voz alta todo lo que vea; recorro la mirada sobre su cuerpo, su piel antes morena y radiante ahora está amarillenta y seca, enormes ojeras adornan su dulce rostro y su cabello había sido cortado sin cuidado hasta su cuello, como si se tratase de uno de esos castigos de su madrastra cuando se enojaba con ella, y doy por hecho que durante mi tiempo en Eldarya ella ha sufrido bastante.  Como si ella misma me las enseñara tomo su muñeca izquierda y aguanto la respiración. Cierro los ojos con fuerza y agradezco a Ezarel por no insistir para que empiece a dictar mis acciones; tras un rato corto de respiración y auto control me dispongo a dejar su mano sobre su pecho y siento algo con borde filoso clavado en el mismo, con cautela levanto el camisón y veo el cristal.

Aún hecha trizas y adolorida de ver a esta chica así, empiezo a dictar a Ezarel.— Toma nota.—Aclaro mi garganta en un intento de que no suene tan quebrada y blanda.— Mujer, 14 años,  humana de nombre Marzia Hickling.—Trago pesado, cada palabra sale con mayor dificultad que la anterior.— Me resulta imposible determinar cuánto tiempo lleva muerta, pero debieron haber pasado al menos 4 horas mientras la sangre salía por completo de su cuerpo antes de que alguien tomara su cuerpo y le clavara esto.—Me giro hacia Ezarel con la esperanza de no causar furor con mis ojos llorosos y le lanzo el trozo de cristal, él me mira sorprendido.

  — Opal, yo...

— Ella se quitó la vida por si misma, no debió sufrir en el proceso. Es muy probable que la escogieran al azar o la hayan orillado a esa decisión.— Interrumpo a Ezarel sin ganas de ser consolada, volviendo a darle la espalda a Ezarel evitando así que me vea lloriquear como una tonta.— Me inclino a creer que el trozo de cristal ha conservado su cuerpo perfectamente aunque no haya sangre en él, así que sin una confesión no podremos hacer una línea de tiempo exacta, lo único que podemos afirmar es que lleva al menos una semana muerta; ella vivía en la tierra, por lo que ha tenido que atravesar un portal; probablemente después de haber muerto.

  — ¿Cómo sabes que debía llevar 4 horas muerta? —Se aclara la garganta, curioseando.

  — Es el tiempo que tardaría en drenarse toda la sangre, teniendo en cuenta su tamaño y las heridas que se provocó. Y el cristal no tiene rastro de sangre pese a que lo enterraron sin pizca de respeto o piedad en su pecho, lo lógico es que cuando la tomaron ya no tenía nada que desparramar. 

  — Lamento eso.— Dice suavemente.

— Es lo que pasa cuando la única persona que te cuidaba te abandona de repente. Pierdes las esperanzas.— Le sonrío con cinismo, ya me imagino por lo que ha tenido que pasar ella durante estas semanas.

— ¿Eran cercanas? — Esta vez no es Ezarel quien habla, sino Miiko, que parece haber escuchado todo detalladamente acompañada de Valkyon, Nevra y Leiftan.

Inútil tus cojones. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora