Capitulo 2"Perdóname, Señor"

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Leonor

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Leonor.

—... Perdóname, señor. Sabes que esta es la única forma de hacer justicia que conozco, ya sabes, lo de la ley vamos a dejarlo atrás por un momento, las cosas como estas se resuelven así. Te pido perdón Y que mandes su almas al infierno. Amen.

Me levanto del sillón de la iglesia y salgo disparada de aquel lugar. Mis tipos me miran buscando respuesta. Antes de decir cualquier cosa observo a la pobre familia quienes me miran pidiendo piedad aunque no todos, el señor que causo todo esto me mira con profundo odio, lo que hace que mis ganas de perdonarle se esfumen.

—Maténlos.—Suelto mirando al maldito que me trajo a esto.—Nos vemos en el infierno donde la muerte, el diablo y yo reinaremos juntos.—Sonrío malévolamente y me largo de la escena.

Me gusta el dramatismo he de admitir.

Matar a plena luz del día se ha vuelto normal, pues cuando tienes dinero, los policías no se molestan en venir y cuando eres de a ley. Se interesan menos.

Me adentro en mi vehículo, revisando mi agenda, mientras espero que mis hombres terminen lo que le he pedido, son hombres muy obedientes, uno de ellos, uno de los que mas confianza me tiene ya que ninguno se atreve a dirigirme la palabra que no sea de trabajo.

Pues como decía uno de los hombres me ha comentado el temor me que tienen mis hombres y no es para menos, mi aspecto desprende autoridad y cuando doy una orden mi mirada no da tiempo para vacilar.

Características de los Scofield.

Uno de mis hombres se acercan al vehículo. Salgo de ahí para recibir su palabra.

—¿Alguna información extra?—Cuestiono con voz ronca.

—No. Solo han pedido piedad—Lo miro con indiferencia— E hicimos tal y como usted ordeno, sin piedad alguna.

—Excelente. Eres eficiente, te puedes retirar.

Este se marcha sin rechistar, Le hago seña a los hombres. Nos vamos. Marco en mi teléfono celular a las personas que me ayudan con esto siempre.

—Vengan, tienen trabajo que hacer, les envíe la dirección.—Dicho esto cuelgo y nos vamos.

Nos dirigimos a mi empresa, bufete lo que sea. No tengo casos pues no ando recibiendo casos todos los días, solo accedo a los que me van a dejar ganancias mayores y significativas.

Soy abogada empresarial y dicho esto no tengo que explicar de que trata mi trabajo.

Y pensar que tengo un secretario de mi sexo opuesto, es raro. Siempre tuve secretarias y siempre he visto secretarias nunca secretarios.

No tengo tanto tiempo para estar pensando en esas bobadas, aunque debo que admitir que es un muchacho dulce y algo tierno lo que hace no me llame la atención en lo absoluto.

No voy a mentir, me he enamorado un par de veces. Me enamore de mi carrera, del dinero y de hacer sufrir a la gente que lo merece. Son mis grandes amores quienes siempre hacen justicia por mi.

Llego a mi edificio, a veces me sorprendo de lo lejos que he llegado, a lo que le doy gracias a Dios. Al dinero, mi carrera y mi manera radical de resolver algunas cosas.

Subo al elevador y me dirijo a mi piso, tengo que revisar algunas cosas personales. Voy caminando a paso moderado pero mis zancadas son largas provocando que me mueva con rapidez.

Paso por la oficina del muchacho a quien contrate para el trabajo, creo que se llama sfliven, la verdad es que no me acuerdo bien. Los nombres no son lo mío.

Por alguna razón quise entrar en su despacho por sorpresa, al ver su cara mi mente trajo de vuelta sus ojos arrepentidos por el maldito error que cometió ayer.

Menudo saco de mierda.

—Buenos días, señor...—Espero que me responda pues lo único que recuerdo es que trabaja para mi.

—Señor Wells... Soy Steven Wells—Me recuerda nervioso, levantándose de su sillón.

—Disculpame no soy buena con los nombres, como sea Steven. ¿Hay alguna novedad?

—Si, señorita Scofield. Le han llegado unos correos de peticiones para que usted acceda a resolver, en mi opinión son empresas muy exitosas creo que nos conviene.—Dice tecleando en su computador.

Me mantengo rigida sin mostrar nada.

—Mi pregunta es ¿Le he pedido su opiníon señor Wells? —Me mofo internamente

—No.— Responde de inmediato con arrepentimiento y vergüenza.

—Exacto. No responda las cosas que no le preguntan, porque estaría hablando de mas y cuando se habla de mas se mete la pata.—Este asiente entendiendo todo tal y como me gusta, su vergüenza es notable— Pero de todos modos gracias, mándeme eso a mi ordenador revisare los casos.

—Claro señora Scofield. Sin ningún inconveniente—Me sonríe y vuelve su rostro al computador.

Elevo tenuemente la comisura de mis labios.

¿Porque sonrío? Desaparezco el intento de sonrisa y salgo de la pequeña oficina pero muy bien organizada.

No tengo idea de porque con el soy un poco dulce, eso no es normal. Pero supondré que es por su cara de pendejo que casi me hace arrepentirme de lo mas o menos bien que lo trato.

Entro a mi oficina, enciendo uno de mis cigarrillos. No me gusta tanto fumar pero lo hago mas para matar el tiempo.

Comienzo a asegurarme de los casos que he trabajado esté todo correcto, me gusta asegurarme de que mis cosas anden bien.

Los correos electrónicos de mis clientes llegan a mi correo personal, de donde trabajo con ellos directamente. Al parecer hay trabajo que hacer.

Si me disculpan, Leonor tiene trabajo que hacer.

🌹🌹🌹

—Nuestras lenguas pueden hacer del castillo mas lujoso, el mas asqueroso.



Fin del capitulo.

Espero que les haya gustado, siempre las ultimas frases serán de acuerdo de lo que haya pasado en el cap.

No quiero que crean que Leonor es un monstruo, aunque si lo sea. Solo es un poco dura por su pasado, que no quiero que sepan de lleno aun.

Espero que le haya gustado, comenten sus teorías y pulsen la estrellita.

Comparta con sus amigas o amigos.

Se despide: Flofilaoveja :)

Capítulo editado, si miran algún error. Díganme para corregirlo.

GARRAS Y ESPINAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora