Se volvió loco

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Querido diario...

El señor Growney se ha vuelto loco, miro a mis padres y no lo creo, ¡oh por Dios! Y lo peor de todo es que estoy muerta de nervios, no que hacer ni como actuar, él solo sonríe, bueno mis padres también, mi madre está sonriendo, ¿sabes qué es eso? ¿Eleanor Parker sonriendo?

Y todo por mi cumplir mi deseo, sin duda el señor Growney es el mejor.

Con un pesado suspiro Melanie entró a su casa, hoy tuvo que ir a la universidad y estaba agotada, solo deseaba darse una ducha, acostarse y tras recibir un mensaje de buenas noches del señor Growney, dormir plácidamente.

—Melanie hija que bueno que has llegado —habló su madre desde salón con una voz muy alegre.

—Mamá, papá ¿Qué tal su día? —entró al salón y su boca se abrió en sorpresa al verlo sentado con una taza de café en sus manos —Señor Growney, ¿cómo esta? —él la mira dedicándole una pequeña sonrisa.

—Muy bien señorita Parker, gracias por preguntar —ella sonríe y mira sus padres buscando una explicación de la presencia de su jefe y amo en su casa.

—Veo que ese café no les quitó las formalidades ¿no? —dice Frederick ganándose una mirada reprobatoria de su mujer.

—Es mejor que se traten de usted, tutear es confianza y la confianza da asco —espeto sin más, como nadie hablo ella prosiguió —El señor Growney ha venido esta tarde para ofrecernos a tu padre y a mi un viaje, quiere regalarnos un paquete turístico para el fin de semana —eso le sorprende y mira a su amo, él asiente levemente para ella.

—Pues me parece fantástico madre, para que tú y papá descansen un poco y hagan algo diferente —su padre asiente a sus palabras sonriendo, demostrándole a Mel que está a gusto con la invitación.

—A mi no me parece tan fantástico Melanie, vas a quedarte sola en cada desde el viernes en la tarde, como dije antes la confianza da asco y no me fío de nadie para que te quedes aquí sola —la pequeña se contiene de rodar sus ojos y armar un espectáculo delante del señor Growney.

—Bueno madre, es su decisión si van o no, solo me parecía bien que cambiaran un poco la rutina, si me disculpan llevaré mis cosas a la habitación —dicho esto se marcha rápidamente sin dirigir la mirada a ninguno, aunque sentía la penetrante mirada de su amo en la espalda.

Al llegar a su habitación deja la cartera en la mesa y de una vez su teléfono sonó, avisándole la llegada de un mensaje.

—¿Qué te sucede pequeña? ¿No te agrada la idea de quedarte sola un fin de semana? —sonrió al mensaje.

—Como si fuese a estar sola realmente amo— le respondió con indiferencia, obteniendo una respuesta rápidamente.

Memorias de una sumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora