Querido Diario...
Después de una mañana de lujo nos tocó volver a casa, la verdad es que yo no me quería ir, quería quedarme en esta hermosa burbuja que habíamos creado el señor Growney y yo, donde no había problemas, no había reglas religiosas que cumplir, donde podíamos ser nosotros y donde podíamos entregarnos el uno al otro sin reservas cada vez que quisiéramos.
Pero nada es perfecto, nada es para siempre...
Y por no tener eso claro, mis padres casi nos descubren...
Melanie enrolló sus brazos alrededor del cuello del señor Growney, se levantó sobre sus puntillas y le dio un suave beso en los labios, deseaba quedarse con él en aquella habitación de hotel, le gustaba estar con él, sólo a su lado podía ser aquella Melanie libre con que tanto había fantaseado.
-Es hora de ir pequeña, tus padres están próximos a llegar -le dijo tras darle un beso.
-Lo sé -Sonrió -Gracias nuevamente por este fin de semana.
-No tienes nada que agradecer, ya te lo dije. ¿Vamos? -Mel asintió.
El señor Growney tomó ambas maletas de viaje mientras que su pequeña se cercioraba de que no quedaba nada de ellos en la habitación. Al ver que todo estaba en su lugar tomo la mano que su amo le ofrecía para salir juntos de aquel nido de pasión que habían creado. Cuando llegaron a la salida del hotel ya el chofer los estaba esperando, los llevó de vuelta a la casa de Melanie, donde esta pasó todo el recorrido durmiendo apoyada en el pecho de su amo.
Por su parte, Thomas tenía miles de pensamientos turbando su mente, aún le costaba creer la valentía que había tenido Melanie para confesarle sus sentimientos y no esperar nada a cambio de él, que al menos no preguntara si el albergaba los mismos sentimientos hacía ella. Y aunque ella no lo preguntó, él estaba consciente de que los tenía, como no querer a Melanie si era tan dulce y tan pervertida a la vez, no podías saber si era un ángel disfrazado de demonio o un demonio disfrazado de ángel, ella tenía la combinación perfecta para que un hombre perdiera la cabeza por una mujer.
La quería, por supuesto que la quería, y por quererla de tal manera sabía que ella merecía un hombre mejor que él, más joven, más amoroso, dispuesto a darle eso a lo que él había renunciado hace años, pero sobre todo un hombre sin vicios. Pero por otro lado era egoísta con ella, por no poder alejarse de ella, por no dejarla volar tal cual una hermosa mariposa. La quería lejos y la vez tan cerca, la quería tanto que no podía tomar una decisión. Aferrarse a ella o dejarla marchar.
-Señor Growney -susurró Melanie despertando de su siesta.
-¿Si? -le respondió mientras miraba su rostro adormilado una vez más.
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Memorias de una sumisa
Literatura KobiecaNo es una historia... No es una novela... No es un libro... Son las memorias de una chica que se entregó a la sumisión... -Ahora que has aceptado ser mi sumisa pequeña Melanie debes llevar un diario- sacó de la gaveta una libreta negra con unas bril...