Su lado más romántico

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Querido diario...

No se si fue el vestido, si fueron las copas de alcohol que tomó, si fue la noche, si fueron las miradas que nos dimos, o una mezcla de todo, pero esta noche el señor Growney fue sutil, fue tranquilo y fue romántico mientras me hacia suya.

No daré más preámbulos a lo fue la noche más increíble de mi vida.

Melanie no estoy de acuerdo con que salgas con el señor Growney, pero parece que tu y tu padre se han confabulado en mi contra y toman decisiones sin mi consentimiento— espetó Eleanor, madre de Melanie.

—Habías dicho que estaba de acuerdo madre—  terminó de colocarse las horquillas en el cabello y se volteó para mirar a su madre —Pero si te hace sentir mejor, llamaré al señor Growney y le diré que no puedo acompañarle— su madre iba hablar cuando otra voz se hizo presente.

—Nada de eso hija, un compromiso, es un compromiso, además es una cena de trabajo Eleanor— ella rodó los ojos a su esposo y Melanie mordió el interior de su mejilla.

—La niña no debería de trabajar, su deber es aprender un oficio mientras espera que llegue el hombre con que se casará— el timbre sonó interrumpiéndola y la pequeña sonrió sabiendo quien era.

—Llego Thomas, por favor deja que la niña se vaya tranquila con él, la cuidará, me lo prometió— bajaron las escaleras mientras la señora del servicio le abría la puerta al recién llegado.

—No confió en un hombre que incurre en el pecado y la lujuria— finalizó la madre de Mel una vez estaban en el salón de visitas, la mirada del amo y la sumisa se cruzaron haciendo que ella se sonrojara completamente.

—Buenas noches señor y señora Parker— dijo el señor Growney mirándolos a cada uno —Melanie ¿Cómo estas?— se dieron la mano y ella le sonrió tímidamente.

—Buenas noches señor Growney ¿a qué hora planea traer de vuelta a mi niña?— le preguntó Eleanor arqueando su ceja perfectamente.

—Mi esposa esta un poco preocupada por Mel ya que nunca sale, tu solo traela a una hora decente, que nosotros la esperamos despiertos, diviertanse—

—¿No era una cena de trabajo? ¿Para qué van a divertirse? ¿o es qué ustedes me están mintiendo?— Melanie agachó su cabeza avergonzada tratando de alejar sus lágrimas.

—Es solo un decir, vamos se les hace tarde— contestó Frederick, abrazó a su hija por los hombros y ella le dio una pequeña sonrisa, caminaron hasta la puerta y Melanie se despidió de sus padres.

El señor Growney evitó poner su mano en la espalda baja de ella mientras caminaban hacía la camioneta, sabía que los padres de su pequeña estaban mirándola por la ventana, abrió la puerta, la ayudo a subir y él se sentó a su lado.

—Puedes conducir— le dijo a su chofer y este lo hizo, una vez alejados varias cuadras levantó el rostro de Melanie con su dedo y vio que sus ojos estaban vidriosos —¿Sucede algo? ¿acaso no quieres ir?— ella negó con la cabeza y una lágrima corrió por su mejilla.

Memorias de una sumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora