Querido diario...
Te habla la señora Growney. Suena tan espectacular que aun no creo que sea yo la que esté viviendo esto.
Hoy hemos hecho nuestra primera aparición publica como pareja y a pesar del final, ha sido toda una maravilla. Thomas le ha salido de improvisto una cena con unos socios y amigos de él, me llevado de su brazo y me ha presentado como su mujer, ha sido tan exquisito, sentir su mirada toda la noche sobre mí, sentir sus celos al darse cuenta como los otros hombres me miraban, y sobre todo lo bien que la hemos pasado haciéndolo contra ese escritorio.
Somos unos pervertidos sin ningún tipo de remedio...
Melanie se sorprendió en cuanto levantó la mirada y allí estaba el hombre de sus sueños, sonrió y dejó de lado lo que hacía para abrazarlo y darle un beso de recibimiento. Mimosa y encantada de verlo un par de horas antes de lo acostumbrado, lo besó de nuevo y preguntó:
—Has llegado temprano, ¿a qué se debe? —Thomas sonrió y le dio una bolsa que traía consigo —¿Qué es? ¿Es para mí?
—Para ti, míralo y dime si te gusta.
Atontado con su belleza, la admiró sin dejar de sonreír mientras ella sacaba el vestido que había escogido para ella, un hermoso modelo ceñido al cuerpo de color vinotinto, corto y con un espléndido escote en la espalda, Melanie sonrió y agradecida por el detalle enrolló sus brazos alrededor del cuello de Thomas y le dio un beso en la boca.
—Está fabuloso, no puedo esperar a tener una ocasión para ponérmelo, está muy sexy este vestido, señor Growney.
Thomas acomodó un mechón de su cabello tras su oreja y le sonrió al ver el hermoso brillo de sus ojos.
—Pues está de suerte, señora Growney —susurró —. Me han invitado a una cena muy importante y nada me haría más feliz que llevar a mi mujer de la mano, que me acompañaras esta noche.
—Esta y todas las que quieras, Thomas —Se colocó de puntillas y le dio un tierno beso en su boca.
—Perfecto, entonces vamos a alistarnos que se nos hace tarde.
Aunque dijo que estaban justos de tiempo se tomó su tiempo para desnudarla y lavar su cuerpo en la ducha, al verla responder a su toque, la besó y ese beso los llevó a tenerse, contra la pared del baño, con el agua cayendo sobre sus pieles calientes, el deseo entre ellos premiaba, y ni queriendo lo podían detener.
Thomas ajustó el nudo de su corbata viendo como Melanie terminaba de peinar su cabello, el vestido le había quedado espectacular, y en su mente solo navegaba la idea de quitárselo, sabía que no llevaba sujetador y la tanga vinotinto era diminuta, soñaba con ver su piel blanquecina adornada con ese trozo de tela acostada en la cama... Suspiró y sacudió su cabeza alejando cada pensamiento obsceno o no saldrían de la casa. Caminó hasta ella y cada uno se roció con sus perfumes.
—¿Lista? —Melanie asintió y él la tomó la cintura viendo sus labios —¿Te has colocado brillo?
—Si —respondió un tanto sonrojada —No sé como maquillarme, pero, creo que con el brillo es suficiente.
—Lo es, estás hermosa —Besó sus labios fugazmente y ella limpió el brillo en ellos —Vamos que se nos hace tarde.
—En el baño no pensaste en eso, querido Thomas —dijo con una sonrisa, comenzando a andar.
Sonriente le soltó un pequeño azote, ella le devolvió la sonrisa sintiendo un pequeño calor en su cuerpo después del escozor que le produjo aquella palmada. Juntos se subieron a la parte de atrás de la camioneta mientras el chofer los conducía a la casa de un viejo socio de Thomas. En el camino, ninguno dijo nada, un silencio cómodo reinó entre ellos hasta llegar a una hermosa mansión a las afueras de la ciudad.
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Memorias de una sumisa
ChickLitNo es una historia... No es una novela... No es un libro... Son las memorias de una chica que se entregó a la sumisión... -Ahora que has aceptado ser mi sumisa pequeña Melanie debes llevar un diario- sacó de la gaveta una libreta negra con unas bril...