Querido diario...
Lo he dicho, desde que Growney ha sabido que me he sentido mal de salud, me ha insistido para ir al médico, incluso desde lo que pasó ha querido que vaya. Él no entiende que no quiero ir, porque eso significaría explicar lo que pasó y por nada del mundo quiero que sepan que mi madre me golpeó, no por vergüenza, es por la forma en que lo hizo, estoy segura de que, si la hubiese denunciado, la hubiesen metido presa, y no, no quiero que bajo ningún concepto pase eso con mi madre.
Pero ahora que me he mareado en la fiesta, que perdí el conocimiento por un par de segundos, y más estando en un momento intimo me obligó a ir, me hicieron exámenes de todo tipo, y con el más simple han descubierto que es lo que tengo.
Thomas tamborileó sus dedos contra la madera del escritorio que se encontraba en su despacho, estaba nervioso, por enésima vez miró el reloj, media hora llevaba su mujer en la habitación terminando de arreglarse, sabía que lo hacía en resistencia para no ir al hospital, pero nada lo haría librarse de su cometido.
Pensando, volvió a recordar lo terrible que se sintió tenerla casi desvanecida en sus brazos, la calentura del momento se esfumó enseguida para darle paso al temor, su pequeña mujer estaba pálida, débil e inconsciente, y lo peor de todo era que le había pasado antes y él no se había percatado de ello.
Maldijo furioso consigo mismo y antes de poder recriminarse lo hechos la puerta se abrió, Melanie entró con una pequeña sonrisa que le fue imposible no devolver, horas antes había querido fingir estar molesto con ella, pero no pudo. Mientras ella se acercaba a paso lento se dedicó a mirarla, un bonito vestido amarillo con flores rosadas cubría su cuerpo, unas sandalias sin tacón en sus pies y su hermoso cabello negro, suelto y aún húmedo por el baño que acababa de tomar. Le dio un golpecito a su muslo y ella encantada se sentó en sobre él.
—No quiero ir al médico, señor Growney —susurró mimosa, a la vez que recostaba la cabeza sobre su hombro.
—Tienes que ir Mel, no es normal que te marees, aunque no me guste recordarlo, hace poco recibiste unos golpes y no sabemos que pudieron haberle causado a tu cuerpo.
Suspiró y le dio un besó a su cuello. Esbozó una pequeña sonrisa al sentir como la piel de su amo se erizaba.
—No me pasa nada, te lo prometo —Volvió a besarlo —Tomaré unas vitaminas, y si no se me pasa iremos al médico, ¿te parece?
—No, Melanie. Si es cuestión de vitaminas que te las recete un médico.
Sin nada más que decir, asintió. No quería ir, pero tampoco podía luchar contra Thomas y su rotunda decisión. De su mano se fueron juntos hasta la camioneta, en silencio se dirigieron al hospital, solo se miraban y sonreían, ambos estaban metidos en sus pensamientos. Melanie no quería creer que su madre le pudo haber causado un daño más allá de los dolorosos morados, y Thomas, solo deseaba que su pequeña estuviese sana y fuese cuestión de vitaminas como ella quería creer.
Un viejo doctor y amigo de Thomas los recibió en recepción, los guio hasta su frío y blanco consultorio donde atendería a la pequeña Mel. Al entrar los nervios de Melanie aumentaron haciendo que sus dientes tiritaran, al verla, su amo tomó su mano dándole un poco de valor.
—¿Siempre has sido así de delgada? —preguntó el viejo doctor, mirándola a través de sus lentes.
—Si doctor —susurró nerviosa.
—Bien Melanie, por si no te lo ha dicho tu esposo, soy médico internista y te realizaré un chequeo general, pero primero háblame de tus mareos.
Aún nerviosa por donde se encontraba empezó a relatarle detalladamente sus continuos malestares obviando lo sucedido con su madre, miraba a Thomas de reojo sabiendo que podía molestarse por haberle ocultado aquella información. Al terminar el doctor la hizo pasar a la camilla para medirle la tensión y escuchar los latidos de su corazón.
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Memorias de una sumisa
ChickLitNo es una historia... No es una novela... No es un libro... Son las memorias de una chica que se entregó a la sumisión... -Ahora que has aceptado ser mi sumisa pequeña Melanie debes llevar un diario- sacó de la gaveta una libreta negra con unas bril...