Un beso de buenos días

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Querido diario...

Hoy he tenido mi primer beso de buenos días ¿No te parece eso magnífico?

El señor Growney no le ha importado que no haya lavado mis dientes, él ha tomado mi rostro entre sus manos y ha besado mi boca. Fue dulce, fue delicioso, fue... Así fue.

Thomas Growney era un hombre de poco dormir, no importaba la hora en que se acostase, a las cinco y media de la mañana ya estaba totalmente despierto, y el día de hoy no fue diferente. Al despertar encontró a su pequeña totalmente desnuda recostada sobre su torso, acarició su lacio cabello negro y dejó un beso en su coronilla. Hace mucho tiempo que no amanecía con una mujer en sus brazos, pero ninguna de las anteriores era parecida a estar con su Mel, ni en sus mejores noches con Verónica se sintió así y ella fue la única mujer que llegó amar.

Dejó que su pequeña durmiera un poco más mientras él se aseaba, volvió a su lado para intentar dormir un poco más pero los pequeños roces de su piel contra la de él lo tenían deseoso de ella, comenzó a tocar sus pechos delicadamente hasta dejar su pezón erecto, deseaba llevárselo a la boca y chupárselo hasta que ella gimiera de placer.

—Señor Growney...—susurró Melanie medio dormida.

—Buenos días pequeña Mel —se giró en la cama dejándola a ella debajo de él. La miró y sonrió aún estaba medio dormida. Se inclinó para besarla pero ella se apartó.

—Déjeme lavarme los dientes —le dijo y antes de que ella se levantara tomó su rostro por la mandíbula y le dio un delicioso beso en los labios. Durante unos minutos disfrutó de besar su boca, a él no le importaba nada, sólo deseaba disfrutar de cada segundo que tenía a su lado.

—Buenos días señor Growney —dijo ella jadeando ante aquel abrasador beso —Ya vuelvo —sin cubrir su desnudez se levantó de la cama y se fue hasta el baño para lavar sus dientes, lo hizo rápido y al volver se encontró con su amo desnudo admirando la vista desde el ventanal de la habitación.

Se acercó hasta él para abrazarlo por la espalda, dejó un beso entre sus omóplatos y sonrió —Gracias por esto señor Growney.

—Ven aquí pequeña —quedaron frente a frente y Mel se apoyó contra el vidrio. Tomó su cuello entre sus manos para estrachar sus labios contra los de ella. Era un baile lento y acompasado, mordió su labio con pasión y luego metió su lengua en la boca de su pequeña probando su delicioso sabor.

Los besos del señor Growney bajaron por su blaquecino cuello hasta llegar a su seno, besó su lunar y llevó su necesitado pezón a la boca, lo chupó, lo lamió y le dio una mordidita que la hizo gemir.

—Esto es por y para ti Melanie —siguió bajando por su piel tras jugar con el otro seno, besó su abdomen, su lengua se adentró en su ombligo desatando nuevas sensaciones en la pequeña e inocente Melanie.

Besó su monte de venus y ella abrió su piernas, quería que la tocara allí y sólo allí, sentía que quemaba ante sus toques, deseaba su lengua entre sus pliegues para que calmase el calor que emanaba de su vagina. Pero su amo no se lo daba, besaba su pubis, la cara interna de sus muslos y rozaba sus labios con los de su vagina, pero nada más allá.

—Señor Growney por favor —pidió.

—¿Por favor qué Mel? Pídeme sin pudor lo que quieres —la miró esperando esas palabras que lo hicieran seguir.

—Yo... Yo quiero que me devore señor Growney —dijo sintiendo un calor en sus mejillas, pero más intenso era el calor en su sexo por lo que tomó un mechón del cabello de su amo y colocó su sexo sobre su boca y exigió —: Devóreme el coño señor Growney, por favor amo.

Con dos de sus dedos separó los húmedos pliegues de su intimidad para darle paso a su lengua, la probó moviendo su lengua por todos los rincones de su sexo, estaban tan húmeda que su lengua resbalaba, chupaba con ansias haciendo que Melanie gimiera roncamente.

—Eres deliciosa pequeña —gruñó extasiado. Tomó ambos muslos y los monto sobre su hombros mientras seguía comiendo su sexo ávidamente.

—¡Oh Dios! ¡Señoooor Growney! —jaló su cabellos sintiendo corrientes en su cuerpo. Su amo tomó su clítoris entre sus labios y lo succionaba con fuerza, con un mordisquito final ella se dejó ir, corriéndose intensamente en su boca.

Lamió cada gota de fluido que ella le dio, hasta que no la sintió totalmente repuesta no dejo de lamer su sexo, una vez lista la dejó sobre el piso y le dio la vuelta, sus labios viajaron hasta su hombro donde dejó un cálido beso. Melanie deseosa de continuar con las caricias de su amo giró su rostro para besarlo, metió la lengua en su boca probándose a sí misma en la lengua de su dueño.

—Deseo follarte pequeña —le dijo mientras amasaba sus senos.

—Y yo quiero que lo haga amo, por favor —contestó Melanie con el deseo a flor de piel.

Y su amo no la hizo esperar, separó sus muslos con las manos, la inclinó un poco más contra el vidrio dejándola arqueada para él y desde atrás la penetró de una sola estocada. Mel gimió al sentir la piel del regazo de su amo tocar su culo, estaba totalmente empalada por él y le gustaba la sensación.

—Joder Melanie, estrecha y deliciosa —gruñó mientras comenzaba con el bamboleo de sus caderas. La pequeña sumisa se sostuvo contra el vidrio mientras recibía las estocadas que le daba su amo, gemía cuando se sentía llena hasta el fondo y sus paredes se apretaban cuando lo sentía salir.

Entre gruñidos los dos se daban placer, Melanie no paraba de besar su boca mientras Thomas la penetraba a un ritmo insistente desde atrás, apretaba sus senos y jugueteaba con sus duros pezones excitándola en el proceso.

—Cielos pequeña —gruñó él tenso. Ya su cuerpo tenía pequeños espasmos de placer, estaba listo para bañar su estrecha vagina con su potente chorro de semen.

Melanie gemía posesa del deseo que su amo le generaba, las sensaciones de placer corrian en su cuerpo como la sangre, quería explotar. Todo su piel se mantenía en ebullición ante las caricias y las estocadas del señor Growney, quería correrse, su ser le pedía a gritar llegar al clímax.

Y ambos lo hicieron, el señor Growney explotó dentro de ella su semilla, mientras las paredes de Mel lo apretaban más y más ante su corrida, ambos cuerpos se abrazaron y se apoyaron contra el vidrio empañándolo en su proceso. Jadeaban entrecortados buscando el aliento.

—Escucha pequeña —aún jadeaba —Vamos a salir de esta habitación y vamos a pasear a donde quieras, porque si nos quedamos aquí voy a follarte tanto que voy a desgarrarte el coño.

Y salimos, ya nos estamos arreglando para salir. Decidimos bañarnos por separado y evitar otro encuentro más en el baño. Aunque sinceramente deseo quedarme aquí y seguir disfrutando de mi amo, pero no creo que mi cuerpo este contento con ello.

Pasearemos, descansaremos y luego volveremos por más...

Melanie Parker.

26/03/2016.

10:36 am.

Memorias de una sumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora