Querido diario...
Dormí de maravilla, los deliciosos brazos del señor Growney a mi alrededor, sujetando mi cuerpo sobre el suyo, dándome calor.
Al abrir mis ojos lo primero que vi fue el torso desnudo de mi amo, luego miré su hermoso rostro relajado por el sueño, con el la punta de mi dedo delinee toda sus facciones y me fasciné con cada una de ellas, es un regalo para mí la vista que ha dado el señor Growney esta mañana.
Y yo como soy agradecida, le he hecho eso con sueñan todos los hombres...
Al abrir sus ojos Melanie sonrió al ver el torso desnudo de su amo, le dio una suave caricia a su piel hasta llegar a su pezón, jugó con él y llena de deseo lo llevó a su boca. Siempre era él el le daba placer, el que recorría su cuerpo con besos, el que siempre lo daba todo para que cada encuentro fuese mejor que el anterior, y Melanie pensó que tal vez era el momento de cambiar las cosas.
Empezó con su rostro, su dedo índice delineó toda y cada una de sus facciones, cada surco, con suma delicadeza, lo último que quería era despertarlo. Se subió sobre él y dejó un beso en sus labios, uno más abajo y así se fue labrando un camino hasta su pecho. Besando su abdomen sintió como su cabello era acomodado detrás de su oreja, miró a los ojos de sus amo y este la contemplaba a ella con una sonrisa.
—¿Qué haces pequeña traviesa? —Su voz salió ronca producto del sueño.
—Le daré los buenos días señor Growney —Sonrió y siguió bajando por su abdomen.
Al encontrarse de frente con el miembro erecto del señor Growney se relamió los labios, solo una vez lo había tenido así, tan cerca de su rostro y él no la dejó tanto tiempo aunque le había gustado tenerlo en su boca.
Thomas se sentía ansioso al ver a su pequeña traviesa tan atrevida, queriendo darle placer, le gustaba la idea pero no quería que ella se sintiera obligada a hacerlo para él. Por ello la tomó por la mandíbula y la subió un poco.
—No es necesario que lo hagas Mel.
Pero ella quería hacerlo, aunque para él no fuese necesario quería hacerlo para él. Apartó su rostro del agarre que le hacía su amo y volvió a su hombría, con sutileza la tomó en su mano, estimulo un poco bajándola hasta la base sacando un ronco gemido de su amo, le gustó escucharlo y para repetirlo, con timidez sacó su lengua y la pasó por toda su cúspide.
El sabor de su piel era embriagador, la textura era tersa e interesante, su lengua palpitó deseando volver a sentirlo. Esta vez fue más profundo, lo lamió hasta su base y al volver a la cúspide la acunó entre sus labios. Por instinto succionó haciendo que el señor Growney apretara los puños y gimiera de placer.
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Memorias de una sumisa
ChickLitNo es una historia... No es una novela... No es un libro... Son las memorias de una chica que se entregó a la sumisión... -Ahora que has aceptado ser mi sumisa pequeña Melanie debes llevar un diario- sacó de la gaveta una libreta negra con unas bril...