Daños Irreparables Parte III

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Entre las dos cruzaron una mirada, y el corazón de Melanie latió ansioso, sabía la verdad, su corazón estaba aún más seguro de lo que sentía, pero en su mente aún ahondaban las dudas, le hubiese gustado escuchar toda esa historia de la boca de Thomas, poder abrazarlo a él, pero ya era demasiado tarde.

—Mel, cielo —le dijo Barbara —Necesito que tomes una decisión o el animal que tienes como novio va a acabar con mi puerta.

—No sé qué quiero Barbara, tengo dudas, tampoco quiero que me vea así —Mordió su labio nerviosa —No quiero verlo Barbara, por favor.

Esta asintió y le tomó la mano con firmeza.

—Trataré cielo, pero si Thomas sabe que estas aquí, será capaz de llevarme por el medio para verte.

—¡Barbara! ¡Abre la maldita puerta o la tumbo! —se le oyó gritar a Thomas y Melanie se sobresaltó —¡Melanie! ¡Pequeña! —Esa última palabra se desvaneció en un profundo dolor y los ojos de Melanie se llenaron de lágrimas.

Barbara salió de la habitación y su corazón empezó a latir con más fuerza, pasaron años cuando escuchó la puerta abrirse y los apresurados pasos de Thomas irrumpiendo en la casa, todo se quedó en silencio hasta que Barbara susurró:

—¿Qué demonios te pasó? —Llevó una mano a su labio y lo oyó gemir de dolor.

—Explícame tú qué demonios está pasando. ¡¿Dónde diablos está Melanie?! ¡Melanie! —gritó alterado.

—¡Cálmate! —le gritó también —Pareces una bestia, ¡animal!

—Barbara...—siseó furioso tomando entre sus dedos el puente de su nariz —No estoy para tus malditos juegos, dime donde maldita sea está Melanie, quiero saber que coños pasa.

—Está bien, pero cálmate y dime qué te sucedió, por favor.

Thomas tomó una respiración profunda y miró a su alrededor, no había ni un rastro de su pequeña, si no era aquí, no tenía idea de donde pudiese estar, maldijo en silencio y volvió a tomar aire, necesitaba estar sereno por el bienestar de su pequeña.

—Peleé con el padre de Mel, y no me preguntes por qué, porque ni yo lo sé.

Al escuchar aquello Melanie soltó un jadeo, con todo lo que había pasado no había pensado en él, debía estar furioso y decepcionado, y eso si le dolía, él la había apoyado en todo, era su mejor amigo de toda la vida, y lo había traicionado.

—No sé qué mierda está pasando, lo único que tengo claro es haber llevado a Mel a su casa, regresar a la mía y quedarme dormido en el sofá, después de ahí todo es una mierda y no sé diablos pasa con Melanie.

Furioso tomó un jarrón y lo estrelló contra la pared, la impotencia y el miedo lo estaban dominando, y hace muchos años que no se sentía de esa manera. Intuía lo que pasaba, no era imbécil, pero necesitaba que se lo dijeran, se negaba a creer que nuevamente le había hecho daño a la persona que más amaba, primero Veronica y ahora Melanie. Tomó un mechón de su cabello y tiró de él acompañado de un gruñido.

—Thomas, detente —susurró tomando su mano, no la soltó hasta que él dejó de tirar de su cabello —Melanie... ella está a salvo, no te preocupes por eso...

—Quiero verla —dijo decidido caminando hacia el área de las habitaciones.

Incapaz de incumplir con el pedido de Melanie se atravesó en el camino de Thomas y lo detuvo, le costaba mucho, era como detener un tren a toda máquina, pero como pudo, lo logró.

—No puedes Thomas, aún no.

—Barbara quítate o tendré que...

—Tendrás que matarme entonces, pero no vas a pasar.

Memorias de una sumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora