Escena octava
(Amal y el jefe)
El jefe (entrando).- ¿Qué gritos son éstos? ¡Y en el camino! ¡Vaya con el
monigote!
Amal.- ¿Tú eres el jefe, verdad?
Todo el mundo hace lo que tú dices, ¿no?
El jefe (con satisfacción).- ¡Pues no faltaría más que no lo hicieran!
Amal.- ¿Y también mandas tú en los carteros del Rey?
El jefe.- ¡También! ¡Tendría que ver!
Amal.- ¿Querrías decirle al cartero, que Amal es el niño que está sentado
aquí en la ventana?
El jefe.- ¿Y para qué?
Amal.- Porque si viniera una carta para mí...
El jefe.- ¡Para ti! ¿Quién va a escribirte una carta a ti?
Amal.- Quizás me la escriba el Rey...
El jefe (a risotadas).- ¡El Rey!
¡Vamos, tú estás soñando! ¡Pues no digo nada, lo que quiere el niño!
¡Claro, como que tú eres su mejor amigo, y no os habéis visto en tanto
tiempo, el Rey no puede con el disguto, y...¡ ¡Sí, espera ahí sentado, que
mañana tendrás la carta!
Amal.- Señor jefe, ¿por qué me hablas así? ¿Estás enfadado conmigo?