Escena cuarta
(Amal y el lechero)
El lechero (fuera).- ...¡Quesitos, quesitos, a los ricos quesitos!
Amal.- ¡El de los quesitos, oye, el de los quesitos!
El lechero (entrando).- ¿Me has llamado, niño? ¿Quieres comprarme
quesitos?
Amal.- ¿Cómo quieres que te los compre, si no tengo dinero?
El lechero.- Entonces, niño, ¿para qué me llamas? ¡Uf! ¡Vaya una manera
de perder el tiempo, hombre!
Amal.- Si yo pudiera, me iría contigo...
El lechero.- ¡Conmigo!... ¿Qué estás diciendo?
Amal.- Sí; ¡me entra una tristeza cuando te oigo pregonar allá lejos, por
el camino!...
El lechero (dejando en el suelo su balancín).- Y tú, ¿qué es lo que haces
aquí, hijo?
Amal.- El médico me ha mandado que no salga, y aquí donde tú me ves
estoy sentado todo el día...
El lechero.- ¡Pobre! ¿Qué tienes?
Amal.- No sé; como no soy sabio, no sé qué tengo. Pero di tú, lechero; tú,
¿de dónde eres?
El lechero.- De mi pueblo...
Amal.- ¿De tu pueblo? ¿Y está muy lejos de aquí tu pueblo?