Señor jefe, ¿qué dice la carta?
El jefe.- Dice el Rey: “Voy corriendo a verte. Prepárame arroz dorado,
que la comida de palacio empieza a fastidiarme...” (A carcajadas).
Madav (suplicando con las manos).- ¡Jefe, te ruego que no bromees más
con esto!
El viejo.- ¿Eh? ¡Que se atreva!
Madav.- ¿También tú te has vuelto loco?...
El viejo.- ¿Loco? ¡Pues bueno, estoy loco! Y aquí dice bien claro que el
Rey en persona viene a ver a Amal, con el médico de la corte...
Amal.- ¡Faquir, faquir, oye!... ¡La trompeta del Rey!... ¡Oye!...
El jefe (a carcajadas).- Me parece que tendrás que perder otro poquito
más la cabeza para oírla!...
Amal.- Señor jefe, yo creía que tú estabas enfadado conmigo y que no
me querías... ¿Cómo me había de figurar que fueras tú quien me trajera
la carta del Rey? ¡Déjame que te quite el polvo de los pies!
El jefe.- ...La verdad es que esta criatura tiene instinto de veneración. Es
un poco simple, pero su corazón no es malo...
Amal.- Creo que ya es la cuarta vela. Escucha el gongo: Don, don, din...
Don, don, din... ¿Ha salido ya la estrella de la tarde? No sé qué tengo,
que no veo...
El viejo.- Es que está todo cerrado, hijo. Voy a abrir... (Llaman fuera).
Madav.- ¡Llaman! ¿Quién será? ¡Qué fastidio! Llamar a estas horas...
(Una voz afuera).- ¡Abrid la puerta!
Madav.- ¿Lo has oído, jefe? ¡A ver si son ladrones!
El jefe.- ¿Quién llama? ¡Lo pregunta Panchanan, el jefe! ¡Atreveos!... Ya
lo estáis viendo; se acabó el ruido... ¡Que no puede nada la voz de
Panchanan!... ¡A ver, venga ese ladrón valiente!
Madav (mirando receloso por la ventana).- Sí, sí; ¿no habían de callar?
¡Como que han echado abajo la puerta!