El jefe.- Contigo, ¿eh? ¡Conque el Rey!... ¡Pues no se da tono Madav, que
digamos! ¡Claro, como ha ganado ese fortunón, ya no se habla más que
de reyes y padishas en su casa! ¡Que yo lo vea y no va a ser Rey lo que le
voy a dar...! Y tú, mequetrefe, ¡ya diré yo que te traigan la carta del Rey;
ten la seguridad!
Amal.- No, no; si te molesta, que no me la traigan.
El jefe.- ¡Sí, hombre!, ¿por qué no?; ¡si se lo voy a decir ahora mismo al
Rey! ¡No te apures, que no tardará la carta! ¡En cuanto el Rey lo sepa, te
mandará un criado suyo a saber de ti! ¡No faltaba otra cosa!... ¡Valiente
impertinencia! ¡Lo que es como el Rey se entere, ya le dará a Madav
tono, ya!... (Sale).