Capítulo 14

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El influjo se rompió y Jannik se sintió a la deriva, como cuando de niño le obligaban a dar vueltas antes de buscar a sus amigos durante el juego de La Gallinita Ciega*. Era una desorientación deshinibida, por un momento creyó que iba a mandar todo a la mierda y devorar al pequeño ciervo tembloroso frente a él.

Ambos se giraron para enfrentar al recién llegado que los había sacado de la pequeña burbuja en la que se habían encerrado. Jannik se encontró observando a un tipo pequeño, rubio, de facciones infantiles y vestir de inclinación femenina.

Pero el más aturdido era Mitchel, veía a su ex mejor amigo, al único que había tenido en toda su vida, como si de una pesadilla se tratara. El único chico con el que había descubierto que algo estaba mal en él, con el que había descubierto su homosexualidad. Sus manos temblorosas regresaron a sus bolsillos, encogiéndose más que ligeramente.

— ¿Lo conoces? – Jannik le exigió una respuesta al rubio, debido a la interrupción no pudo evitar que en su tono se colara algo de hostilidad.

— Mejor que tú encanto – Le soltó el chico a Jannik, dejando salir una descarada risa cortante – Ey ¿Te comieron la lengua los ratones Mitch? ¿Vas a ignorarme? Pero qué rudo... – Provocó sonsacador, dirigiéndose directamente a Mitchel, acercándose un poco más.

Jannik se puso al frente, bloqueándolo de su vista, la forma en la que ese recién llegado miraba al pelinegro tras él le erizaba los vellos del cuerpo.

— ¿Y si quiere ignorarte qué? – Gruñó Jannik a la defensiva.

Aunque no lo parecía el tipo tenía algo de bolas porque lo ignoró.

— ¿De verdad vas a ser así? Que deprimente Mitch... ¿Cuándo vas a superarlo? ¿No entiendes que ambos somos lo mismo? A ver, entonces dime ¿Qué haces aquí? No vas a hacerme creer que es pura casualidad que estés fuera de un bar gay ¿No Mitchel? – Se burló la persona frente a ellos, se mostraba agitada y no parecía ser consciente de que estaba pasándose de la raya.

Jannik podía sentir la malicia en sus palabras.

— Lárgate – Le soltó en advertencia.

— Y tú bombón ¿Quién eres? — Preguntó el rubio, esta vez si estaba reparando adecuadamente en el atractivo de Jannik —Déjame decirte que si estás intentando ligar con él, es una pérdida de tiempo – Dejó saber sobrado — ¿Activo? ¿Pasivo? Cualquiera de las dos cosas son un acto incomprensible y grotesco para el puro e intocable Mitchel Andrew – Aseguró, abiertamente resentido.

— Páralo ahí – Advirtió Jannik, descartando por completo cualquier intención "amistosa" por parte del rubio.

— Qui...Quiero irme – Murmuró Mitchel a sus espaldas, sus dedos estaban ligeramente posados sobre el omoplato derecho de Jannik. El contacto fue increíblemente suave, como el de alguien que no tiene la fuerza vital suficiente como para mantenerse corpóreo.

— Ahora apártate de mi camino – Jannik ordenó al rubio y este se movió de inmediato alertado por su tono amenazante. Sin embargo, lo hizo exhibiendo una gran sonrisa desvergonzada.

— Nos vamos Mitchel – Jannik le avisó, rodeándolo por lo hombros para llevarlo con él.

— Oye hombre, te digo esto porque es una tristeza que alguien tan atractivo como tú le esté ladrando al árbol equivocado... ¿Este chico? Olvídalo. No será. Está dañado ¿Sabes lo que un trauma real es? Ese que implica paredes blancas, inyecciones como merienda de media tarde y camisas de fuerza – Advirtió el rubio burlón.

Al escuchar sus palabras Mitchel se estremeció y jadeó apretando los dientes, una de sus manos temblorosas incluso fue hasta su oído, en un acto reflejo de querer bloquear lo que este decía.

La excepción a la reglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora