Capítulo 35

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Jannik estaba saliendo de su apartamento cuando observó a una chica metiendo un volante bajo la puerta de Mitchel, sin dudarlo interceptó el papel antes de que esta pudiera terminar de empujarlo adentro. Sin ninguna sospecha y sin mirar el contenido del mismo, solo con ánimos de fastidiar, la reprendió por estar haciendo publicidad en una residencia privada.

La chica, que tenía un tierno vestido floral pasado de moda y un rostro de muñeca dulce e inocente, lo miró sorprendida.

— No estoy haciendo nada de lo que me acusa señor – Negó respetuosa y con expresión seria, sus mejillas se habían colorado.

— ¿Ah no? ¿Y esto qué es? – Insistió Jannik, agitando el papel como la prueba definitiva.

— Es específicamente para el propietario de este apartamento, no es publicidad al azar como está insinuando – Puntualizó la joven.

— ¿Dices que es para Mitchel? ¿Quién eres tú? – Jannik quiso saber curioso y la joven le devolvió una expresión similar de interrogación.

El pelirrojo no pudo evitar arrugar su frente, celaba a Mitchel hasta de su propia sombra. Una vez que había pasado la tormenta Aribba había vuelto a pasar tiempo con ellos y él se la pasaba enviándola a su casa porque temía que esta fuera una mala influencia para su intachable novio.

— Dara – Llamó una mujer mucho más madura, quizás al final de sus 30's, mientras se acercaba a ellos. Esta tenía un gran parecido con la joven frente a él y vestía un conjunto acampanado que también tenía un aspecto de haber salido de una fiesta de los años 50.

Se le hacía familiar, Jannik asumió que quizás se habían visto antes en el conjunto residencial. Sin embargo, se sintió inquieto.

Bajó la mirada al volante y leyó las palabras más llamativas, no podía terminar de creerse lo que decían, por lo que terminó leyendo el folleto completo unas dos veces más.

— Abigail – Respondió la joven a la recién llegada – No es nada, este caballero creyó que estaba metiendo publicidad bajo las puertas de los inquilinos – Comentó con voz suave.

— ¡¿Qué mierda es esto?! – Rugió Jannik interrumpiéndolas.

Ambas lo miraron asombradas, la misma expresión incrédula y ofendida temblando en sus ojos marrones. La que respondía al nombre de Abigail notó que este tenía el volante en la mano y algo acalorada trató de arrancárselo. Jannik estaba tan indignado que utilizó más fuerza para retenerlo, aunque sentía que el tacto de este hacía arder su mano, por lo que la mujer no logró conseguirlo.

— Dara, no se supone que estés mostrando esto por ahí – Reprendió horrorizada a la joven.

— Lo siento, él solo lo tomó – Se disculpó la otra, sumisa.

— ¿Quién carajos son ustedes? – Volvió a gruñir Jannik, apretujando el papel con rabia, aunque empezaba a tener una ligera sospecha.

El nombre de Dara no le sonaba, pero ¿Abigail? No por nada Mitchel era en realidad una variante de Michael, del nombre hebreo Mika'el, que significaba "¿quién es como Dios?".

— Ese no es el comportamiento adecuado para tratar a unas damas. Además, no tiene usted que alterarse, conocemos muy bien al propietario – Le aclaró la mujer, mostrándose altiva.

— Yo también conozco al propietario. Y déjeme que le diga, con todo el respeto del mundo, que me importa un comino lo que piense sobre mis modales. Podrían ser la reencarnación de la mismísima virgen María y aun así les diría que se lleven esta basura con ustedes – Les dijo groseramente, convirtiendo el papel en una bola y tirándolo a sus pies.

La excepción a la reglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora