Capítulo 45 / Venganza

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— ¿Con qué te gustaría empezar hoy? — Preguntó Alma a un relajado Mitchel frente a ella.

El cambio en su sobrino era evidente. Ahora se vestía con más colores que antes, incluso tonos llamativos y alegres. También había dejado de usar prendas que lo hacían ver todo estirado e intocable, incluso su piel tenía más color. Su cabello no tenía gel o fijador. Alma tenía que decir que un toque de desaliño le sentaba estupendamente bien.

— Creo que estoy enamorado, hasta el cuello... y un poco más allá – Mitchel le soltó con sinceridad.

— Oh ¿Si? – Alma reaccionó tranquilamente — ¿Eso te parece bueno o malo? – Investigó.

— Es, digamos que solo es... No voy a calificarlo, supongo que eso lo dirá el tiempo — Mitchel resolvió.

— ¿Y Jannik? – Alma examinó.

— Él... — Alargó Mitchel – Es igual para él y es obvio que también sabe lo que siento... Pero, no lo hemos dicho como tal en voz alta. Jannik está siendo cauteloso, después de lo que le he hecho pasar creo que está asustado de mí – Analizó Mitchel haciendo una mueca resignada.

— ¿Piensas dejarlo así? – Indagó Alma.

De verdad que estaba cambiando a pasos agigantados. Ese hombre que estaba frente a ella ya no estaba asustado de sí mismo, podía que aun temiera un poco a los demás, pero no de sí mismo.

Además, el sexo -por más raro que sonara- lo había hecho entenderse a sí mismo, aceptarse como un ser humano con debilidades y fortalezas, que deseaba y anhelaba. Ser adorado por alguien más le había hecho darse cuenta que el bien y el mal van más allá de lo que creía y que no tenía nada que ver con lo que estaba pasando con Jannik. Que quererlo no lo hacía ser malvado o menos digno. Ser bueno o malo estaba en las intenciones y ellos no querían hacer daño a nadie, solo buscaban ser felices. "Correcto" o "incorrecto", ya no tenía nada que ver con sus sentimientos sino con como los demás querrían juzgarlos según sus propias creencias y eso era problema de los demás no de ellos.

— Tendré que hacer algo – Decidió Mithel.

Alma asintió orgullosa, "Ese es mi chico", alabó en silencio.

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Mitchel se despertó sintiéndose demasiado ligero para haber pasado la noche con Jannik, este solía aplastarlo el 99% de las veces. Se estiró y abrió los ojos con pereza, a veces excedían sus niveles de energía, estaban en pleno apogeo, en la cima del canibalismo.

A veces se preguntaba si iban a terminar bajando el ritmo, la lógica decía que sí, pero cada vez que se tocaban ninguno de los dos podía controlar la necesidad que los consumía.

Jannik no estaba en el baño, salió a buscarlo y lo encontró en la cocina. Estaba completamente vestido, ropa más formal que casual. Estaba tomándose un vaso de jugo de un tirón, había pan tostado a medio comer en un plato, parecía apresurado.

— ¿A dónde vas? – Le preguntó, aún era muy temprano, no pasaban de las 6:30 de la mañana.

— Voy a hacer algo. Ahí hay pan, café y jugo recién exprimido. Lo siento, no puede hacer más. Regreso en menos de dos horas – Jannik le dijo, su teléfono empezó a repicar en el mesón y Mitchel apenas logró ver que era una llamada de Aribba.

'Sí, ya estoy. Todo en orden. De acuerdo, voy para allá. Oye, Mitchel está aquí, así que... (Incómodo silencio)... Ummm, ya. Hablemos de eso más tarde', ese fue el monólogo que Mitchel escuchó.

— ¿Qué fue eso? ¿Qué vas a hacer? ¿Había algún evento para hoy? – Quiso saber.

— No, te lo habría dicho con tiempo. Solo... voy a hacer una diligencia – Comentó Jannik llegando hasta él, dándole un beso en la frente.

La excepción a la reglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora