Capítulo 46

145 28 6
                                    

— Solo tengo que decir que él... ¡Es tan desconsiderado y quisquilloso! Se enoja por la más mínima cosa y luego... ¡Todo lo quiere solucionar fugazmente con sexo! Y eso estaría bien si eso muriera allí ¿Pero después? Pues sí, es de no creer, le doy lo que quiere y está enojado de nuevo – Se quejó Jannik con Alma.

Alma alzó una ceja mostrando cuán incrédula estaba ante esa acusación.

— ¿Qué? Pero, pero... Si eres tú el que salta sobre mí cada vez que bajo la guardia después de que discutimos y quiere que lo olvide tan solo con eso – Replicó Mitchel indignado.

— ¿Por qué eres tan rencoroso? Aun si es así ¿Tengo la culpa de no poder resistirme cuando tú deliberadamente me seduces con tu numerito de tipo frío? ¡Demándenme! – Expresó Jannik con expresión traviesa.

— ¡Es un maniaco sexual! – Acusó Mitchel mientras lo señalaba malhumorado y algo avergonzado.

— ¿Cómo puedes decir eso delante de tu tía? ¿Qué hay de mi derecho a la privacidad? ¿No eres un tipo atrevido e indiscreto? – Criticó Jannik burlón.

— Justo ahora es nuestra terapista de pareja, aprende a separar las cosas – Subrayó Mitchel odioso.

— No necesitamos una terapista – Hizo hincapié Jannik – Ahorrémonos la consulta, puedo resolver cualquier impase... y ¿adivina qué? la "venida" te sale gratis – Agregó con arrogancia, contradiciendo su acusación y dejando en claro que la bestia hambrienta era él.

Mitchel exhaló irritado, aunque terminó sonrojándose.

— A ver, a ver... Primero ¿Cuál fue el motivo de su última discusión? – Interrumpió Alma contrariada, jamás se imaginó que terminaría recibiendo en su oficina a Mitchel con su novio y que la conversación se tornaría así de íntima.

— ¡Ni siquiera fue una discusión! – Jannik se defendió de inmediato.

Con esa reacción Alma se dio cuenta que definitivamente esa vez había sido su culpa.

— ¿Puedes empezar tú Mitchel? – Dio paso a que el pelinegro contara su punto de vista, que era lo más importante ya que él es el que insistía en que había un conflicto, mientras que al otro solo le molestaba que este siguiera molesto.

— Él me mintió – Mitchel dejó salir poniéndose de pie, señalando al pelirrojo con resentimiento.

— No te mentí, solo omití información... eso no es mentir – Aclaró Jannik sin agitarse.

— ¡Tienes una maldita denuncia en fiscalía! Eso no es solo omitir información – Mitchel gruñó frustrado.

— Por Dios, es porque no le doy importancia. Es ridículo, no va a proceder – Sentenció Jannik aun manteniendo la calma.

— Esperen, esperen... ¿Por qué tienes una denuncia en fiscalía Jannik? – Se involucró Alma contrariada, saliéndose de su papel de psicóloga.

— Mamá – Respondió Mitchel por el pelirrojo.

Alma suspiró.

— ¿Y cómo es que yo no sabía nada de esto? – Quiso saber.

— Ese es el punto ¡Yo acabo de enterarme! ¡Por error! – Mitchel resaltó — Y no solo eso, ella... ella, no puedo ni pensar en ello sin tener nauseas... ¡Le ofreció dinero para que me dejara! Como... Como... No sé... ¡En Candy Candy! – Señaló horrorizado.

— ¿Viste Candy Candy? Yo definitivamente no vi Candy Candy – Fue la primera reacción de Alma, no pudo evitar molestar a Mitchel. La verdad era que no le extrañaba para nada que la esposa de su hermano hiciera algo así, pero seguían sin llegar a lo importante, la parte legal.

La excepción a la reglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora