Capítulo 43

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Acababan de salir de la casa de Jannik, no habían llegado a la mitad del pasillo cuando notaron a lo lejos un grupo de personas en la puerta del apartamento de Mitchel.

Jannik reconoció a Abigail de inmediato, porque esa mujer le había dejado una fuerte impresión, y una mala sensación se instaló en la boca de su estómago.

Alma le había dicho que lo mejor era que Mitchel no se enterara de lo que había pasado con ella y su hermana menor Dara. Y él se había mostrado de acuerdo, pero solo porque esta le aseguró que eso no pasaría de allí.

«Maldita sea», soltó en su cabeza. Los cabos sueltos regresaban para morderle el trasero.

Primero Erick y ahora la bendita hermana.

Mitchel se detuvo, reconociendo también a las personas que se habían girado a verlos, sintió que la temperatura corporal de su cuerpo bajó de golpe. Su corazón se apretó como si estuviese siendo exprimida toda la sangre dentro de él, quedando como un pedazo de carne seca.

El grupo divisó al pelinegro y al pelirrojo en completo silencio.

— ¿Por qué vienes de allí? ¿Quién es ese Mitchel? ¡Ven aquí ahora mismo! – Preguntó una mujer mayor de voz chillona.

— Jannik, hablemos más tarde. Regresa a tu apartamento – Mitchel le dijo en voz baja.

— ¿Sucede algo? – Jannik cuestionó fingiendo inocencia.

Era obvio que esas personas no eran buenas noticias para ninguno de los dos.

— Nada, no es nada... Me encargaré – Mitchel trató de restarle importancia, intentando transmitirle tranquilidad con una sonrisa forzada.

— Conozco ese tonito Mitchel – Indicó Jannik, estaba completamente negado a hacer lo que este le pedía.

— Mitchel ¿No escuchaste? ¡Ven aquí! – Llamó Abigail, con atorrancia apremiante.

El pelinegro caminó hasta ellos y Jannik lo siguió, procurando no dejar más de tres pasos de distancia.

— ¿Qué hacen aquí? – Mitchel inquirió con voz plana.

— Tenemos que hablar – Contestó la mujer mayor, su expresión no era amable.

— Y ¿Ellos también? ¿Por qué están aquí? – Mitchel señaló desconfiado, reparando en sus dos primos.

Ren y Alden no era lo que se decía cercanos a Mitchel. Sinceramente, no eran para nada cercanos, cuando eran pequeños siempre lo ignoraban porque a ellos les iban los juegos rudos y Mitchel solía delatarlos para evitarles conflictos a los demás.

Además, después de lo que pasó en la "casa de retiro" solo llegó a verlos años después, en dos reuniones breves en las que se saludaron con superficial cortesía.

— Solo resultó que terminaron acompañándome ¿Por qué estás insistiendo con eso? No es nada raro, son de la familia después de todo — Respondió la mujer, con voz cansina.

— Mitchel, estás siendo algo lento y poco cordial con tu visita. Primero entremos – Jannik se incluyó animadamente señalando la puerta.

— Lo siento, pero es privado. Un asunto de familia, puedes retirarte – Detuvo Abigail, estaba de más decir que no se escuchaba para nada arrepentida por excluirlo así.

— ¡Abigail! – Gruñó Mitchel en voz baja.

— ¿Qué? De todas formas ¿Quién es este tipo? – Examinó su hermana groseramente. Jannik comprendió que tampoco parecía tener intención de revelar su anterior encuentro y eso lo hizo sentirse mucho más tranquilo.

La excepción a la reglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora