Capítulo 44 (+18)

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El oído de Jannik no lo engañó.

Mitchel no estaba en la habitación.

El pelirrojo fue al estudio y se encontró con que la puerta estaba cerrada.

— ¡Mitchel! – Llamó tocando.

— Vete a casa, iré a verte más tarde – Respondió, la voz se escuchaba cercana, debía estar justo detrás de la puerta.

«¿Qué?», Jannik se quejó en su interior.

— Vamos Mitchel, hablemos de esto – Pidió quejumbroso.

— Solo necesito pensar – Dijo este, su voz no sonaba del todo clara. Estaba hablando en tono bajo y se escuchaba aún más amortiguada por la madera que los separaba

— ¿Pensar? ¡Genial! Pensemos juntos – Planteó Jannik con molestia.

— Necesito un momento a solas – Mitchel argumentó.

— Necesitas... – Jannik balbuceó enojándose, odiaba sentirse ansioso.

«La inseguridad me hace sentir enfermo hasta la muerte», retumbó una voz interior fuera de control.

— ¡Y yo NECESITO tener mi jodida paz mental de vuelta! – Jannik explotó golpeando su puño contra la puerta — ¡¿Quieres estar solo?! Pues bien... ¿No me necesitas? ¡Yo tampoco te necesito en lo absoluto! – Vociferó, al final había perdido los estribos y toda la tensión acumulada estaba mutando en autodefensa.

Se dio la vuelta, pisoteando como un mocoso, azotando la puerta al salir.

Mitchel se quedó en el sitio, su mano aun en el pomo de la puerta.

«¿Qué fue eso?», se preguntó confundido.

De hecho, estaba a punto de abrir para explicarle a Jannik que todo estaba bien, aunque el sonrojo lo delatara. Y es que no estaba queriendo dejarlo de lado, solo estaba muy, pero muy avergonzado con él por muchas cosas.

Si lo pensaba detenidamente tenía todas las razones para estarlo.

Primero, su desagradable no ex (Erick) se había pasado de la raya y había causado esa desagradable situación. Segundo, su familia estaba más allá de loca. Debido a él, que por su complejo de inferioridad y culpa había dejado que lo pisotearan y lo trataran como un pusilánime, creían que eran superiores y que podían ir por la vida amilanando a los demás por sus preferencias sexuales.

«¡Por Dios, si incluso lo golpearon!» rememoró horrorizado.

Había pasado una semana con la familia de Jannik, y aún con sus particularidades, las cosas habían salido bien. A pesar de los intentos de Havva por molestarlo, Jannik se había mostrado impasible y se había asegurado de hacerle saber que no le importaban los demás y que él estaba ahí para ser presumido como su pareja oficial.

Tercero. Y lo más importante. Con su propia gigantesca y escandalosa boca había gritado que lo quería... A todo pulmón, como un adolescente desquiciado. Una vez que sus emociones contradictorias se habían calmado se moría de bochorno ¿Qué iba a pensar Jannik? Que estaba completamente apegado y loco por él, porque lo había hecho taaan obvio que ahora era imposible que no lo supiera.

«¿Cómo puede esperar que lo vea a la cara sin prepararme», se preguntó confundido.

— Y, ahora se ha ido – Susurró contrariado. Algo como eso no había pasado antes, Jannik no lo había dejado solo, había aguantado todos sus arranques con la mejor de las disposiciones, hasta el punto de malcriarlo.

Pero esta vez había salido por su propio pie. Mitchel estaba agradecido de estar tras esa puerta, porque si lo veía dándole su espalda seguramente se echaría a llorar de nuevo. Se sentía un poco patético.

La excepción a la reglaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora