1

685 37 4
                                    

En verdad, descubrir que tenía leucemia no fue tan terrible como el proceso hasta que el Doctor Lee me comunicó los resultados, las pruebas que me hicieron parecía que no iban a cesar nunca. 

Aunque, he de admitir que, para un chico de dieciséis años como soy yo, fue complicado al principio. Odiaba tener que condicionar la vida de mi madre de esa manera, pues ambos nos mudamos hacia la ciudad para comenzar cuanto antes con el tratamiento, aunque era de agradecer que fuera la misma dónde mis tíos tenían un piso, por lo que al menos contábamos con su apoyo. También es cierto que, en parte estaba aterrado, aunque intenté centrarme en que mi ánimo no decayese.

Echaría de menos el fútbol, pero más a mis amigos, siempre había sido un chico muy social, pero había dado con un círculo de amistades que de verdad me agradaba, y con el que podía ser yo mismo, he oído a mucha gente hablar sobre lo guay que es empezar de cero, pero no creo que el nuestro, sea un comienzo similar.

La primera impresión en verdad fue horrible.

Ver a los enfermeros pasear de un lado a otro con pacientes que esperaban su operación, los rostros denotantes de preocupación de las familias que aguardaban buenas noticias...

Evité suspirar y miré a mi madre, regalándole una gran sonrisa que hizo que sus hombros se destensaran ligeramente, entendía perfectamente el calvario que estaba pasando, y, la situación ya era bastante mala, por lo que jamás en aquellas semanas de transición hasta el diagnóstico, ni después de éste, me permití llorar, ni mucho menos estar desanimado frente a ella. Lo último que necesitaba era causar que su tristeza fuera mayor aún de la que ya experimentaba. 

Desde que mi padre nos había dejado tiempo atrás, las cosas se torcían cada vez más, pero estaba seguro de que todo acabaría yendo mejor, y le transmitiría toda esa esperanza a ella, porque ésta la necesitaba más que yo.

— Habitación 114, Tae. —Dijo minutos después de mantener una conversación con la enfermera que se encontraba tras el imponente mostrador de recepción—.

Subimos en ascensor los cuatro pisos hasta que dimos con nuestro destino.

—Esto sí que es ser gafe, soy el único pringado que no tiene compañero, ya me jodería —Comenté al tiempo que me tumbaba sobre la cama y escuchaba a la mujer chasquear sonoramente la lengua, dedicándome una mirada de desaprobación.

—Cuida tu vocabulario o te lavo la boca con jabón, no creas que tendré piedad por ti —Reí cuando se acercó y acarició mi pelo, mientras tomaba asiento junto a mí.

—Al menos no huele a culo de viejo -Recibí una pequeña colleja en respuesta— ¡Hey! Eso ha dolido.

—No sé qué voy a hacer contigo... —Se levantó casi de un salto cuando un joven enfermero irrumpió en la habitación.

—Hola, tú debes de ser Taehyung, soy el MIR Seokjin, yo me encargaré de llevarte a cada una de las sesiones de quimioterapia que tengas y estaré pendiente del avance progresivo en tu enfermedad.

El muchacho me sonreía de manera casi angelical.

—Encantada Seokjin, te agradecemos ambos —Respondió mi madre, su mirada fugazmente recriminatoria me indicó que era mi turno de hablar.

—Eh, sí, gracias —Añadí antes de levantarme y caminar hacia la puerta— ¿El baño? 

—Ven conmigo, te enseñaré un poco todo esto, supongo que pasarás mucho tiempo aquí a partir de ahora, al menos así te será más ameno —Comencé a caminar al tiempo que anduvo dirección al pasillo de la derecha, me miró de manera agria, con una expresión entristecida—Sé cómo te sientes, es normal que estés nervioso y triste al principio, eres joven y...

—No lo estoy —Interrumpí sus palabras mientras alzaba la cabeza para observar cómo me miraba ahora con las cejas arqueadas, algo sorprendido— Voy a estar bien, y ten por seguro que voy a acabar con esta mierda, no tienes que consolarme, en verdad no lo necesito, como tampoco quiero que me mires con pena, sé que puede parecer que estoy jodido, pero puedo con esto, no necesito tu lástima.

Su leve risa hizo que me extrañara

—Eres un chico interesante —Añadió antes de mirar hacia la puerta que se extendía ante nosotros— Ahí tienes el servicio.

—¿Vas a quedarte esperando a que mee? Sé volver sólo. 

—Sí, definitivamente no me fío de lo que tú y tu personalidad sarcástica podríais causar si os perdéis por el hospital. —Un sonoro bufido escapó de mi boca.

—Cómo veas —Gruñí antes de entrar en el baño y lavar mi cara varias veces, observé por largos segundos los hematomas en mis piernas y brazos y toqué ligeramente mi abdomen, recibiendo un escalofrío de dolor por todo mi cuerpo— En la mierda —Susurré antes de peinar ligeramente mi cabello y proceder a salir de aquel lugar, topándome de nuevo con el MIR molesto.

—¿Pensabas que estaba de coña? —Comentó divertido mientras veía cómo le comenzaba a ignorar y después corría hasta alcanzar mis pasos y situarse a mi lado— Wow, en verdad me sorprendes, soy tu encargado y pasas de mí.

—No necesito una niñera —Murmuré molesto ante su insistencia.

—Está bien, no la necesitas, pero igualmente la vas a tener, no puedo hacer nada al respecto, son las reglas del hospital y tú eres un enfermo como todos, no una excepcion, no es como si me agradaras... aunque debo reconocer que molestarte es divertido.

—Tú... Sólo llévame a la sesión de quimio ¿sí? Y no dejes que mi madre venga.

—¿Por? —El chico lucía extraño ante mi exigencia, paré en seco y le miré fijamente.

—Por lo que sé, te deja hecho mierda, y no quiero que ella me vea de esa manera, simplemente hazme ese favor.

—Vaya, el chico implacable tiene sentimientos.

—También experimento la molestia, y lleva escrito tu nombre.

—Sí que eres divertido.

Resoplé ante su comentario y no tardamos en llegar a mi respectiva habitación.

Y así fue como transcurrieron los primeros minutos en aquel  hospital que, acabó convirtiéndose en mi nuevo hogar, por mucho más tiempo del esperado inicialmente.

Brújula Invisible💭 [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora