4

342 30 6
                                    

Mi ánimo se derrumbó una vez me informaron de que mi cuerpo no reaccionaba de la manera esperada a la quimioterapia.

Debía recibir sesiones más intensas, ya que la tasa de células cancerosas no se había reducido y, por lo tanto no había remisión aparente.

Después de observar largos segundos la gran ventana que daba a la azotea del hospital, me dirigí de vuelta a mi habitación, ya era hora de dejar de evitar las demás charlas con los doctores, por mucho que no quisiera escucharlas.

La sorpresa llegó cuando estuve a unos pasos de entrar en la habitación y me encontré con un castaño, tumbado en la cama junto a la mía, aparentemente inquieto. Entré de una vez y le dirigí una mirada cómplice.

—Pensé que pasarían años hasta que me trajeran un compañero. —Dije, la ilusión se había encendido en mi interior, más se apagó al ver la mirada de desprecio que éste me dirigía.

—No duraré mucho aquí. —Agregó, mordí mi labio según pronunciaba aquello.

—Pero, si estás ingresado es porque... —Me vi interrumpido.

—No soy un puto enfermo de cáncer como tú, así que no sé porqué mierda estoy ingresado, pero te aseguro de que no pasaré mucho tiempo siendo tu maldito compañero de hospital. —Sus palabras rudas golpearon con fuerza mi interior, el enfado no llegó para mí, simplemente me dediqué a agachar la cabeza y sonreírle.

—Espero que estés en lo cierto. —Sus cejas se arquearon al oírme. —No te deseo experimentar ésta ni ninguna otra enfermedad. -Salí de la habitación sin mirarle, mi garganta se había secado ante la impotencia, casi chocando con un pelirrojo que esquivé al último instante.

No iba a juzgar a ese chico, pero tampoco me iba a mentir, aquello dolió.

Pero tenía razón, no iba a culparle por pensar así, pues estaba en lo cierto. Así que sólo caminé hacia el pasillo más alejado posible y me senté, apoyándome en la pared, respirando con parsimonia y ahogando las ganas de llorar, que parecía que no iban a cesar nunca.

Tras unos segundos, corrí al ascensor, encontrándome de bruces con Seokjin.

-Tae, ¿a dónde vas sin la silla? te iba a llevar a clase... —Empuñé las manos y mordí mi labio, queriendo aguantar el torbellino de emociones que luchaba por salir con todas sus fuerzas.

—Voy a clase... No es necesario que me lleves. —Abrió la boca sorprendido, más luego se acercó unos pasos, cerrando la distancia en un lento abrazo que, en el fondo agradecí, y correspondí apretando con leve fuerza.

—He oído lo de que las sesiones se van a alargar... Lo siento. —Cerré los ojos, aquello era en verdad lo último que deseaba oír, di unos pasos para quedar completamente separado del moreno y sonreí.

—No lo sientas, no es como si no supiera que se podía dar esta opción, y, tenías razón, puede que el idiota fuera yo por querer un compañero de habitación. —Añadí antes de posar mis ojos en la puerta del ascensor que ahora se abría en la tercera planta, saliendo por patas al observar al muchacho rubio frente a mi. —¡Jimin! —Grité antes de lanzarme contra él. —Extrañaba verte, pensé que pasarías por mi habitación.

-No me dejaron salir. —Murmuró añadiendo un puchero.—Me tienen completamente vigilado, intenté visitarte un par de veces, pero al final me rendí al ver que no conseguía salir sin que me pillaran.

—Vaya... A la próxima iré yo a tu planta ¿sí? Oye... Nadie mira, ¿quieres saltarte matemáticas? De seguro encontramos algo mejor que hacer. Mientras sus ojos brillaban con ilusión. —Aunque no te puedo asegurar que haya algo extremadamente divertido que podamos ver en el hospital.

Brújula Invisible💭 [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora