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Una vez me hube despedido de mi madre, estuve cotilleando por los pasillos ante cualquier cosa que pudiera entretenerme, pero sin demasiado éxito.

—Hey muchacho, ¿qué se te ha perdido por aquí? —Alcé la cabeza para poder observar al hombre que me miraba con cierta ternura. —Eres demasiado joven para estar en la planta de los vejestorios como yo.

—Bah, aunque no lo aparente, tengo millones de años... —Le guiñé el ojo. —Pero sh, es un secreto, nadie debe saber. —El anciano comenzó a reír.

—Vaya, debe de ser un asunto de extrema confidencialidad. —Sonreí al ver cómo me siguió el juego.

—Lo es. -Agaché la cabeza, pensando ciertos segundos en mis siguientes palabras. —¿Le importaría que me quedase un rato con usted? —Abrió la boca tenuemente, debido a la sorpresa.

—Wow, pensé que la juventud de hoy en día no se quería ni acercar a la tercera edad. —Rascó su pelo blanco mientras sonreía.

—Supongo que no encajo con ningún rango establecido.

—Se nota. —Dio un par de palmaditas en mi hombro.  —¿Te apetece una partida de cartas? —Mi mirada se iluminó ante la petición.

—Me apetece, y mucho, pero nada de trampas, que los abueletes sois los peores. —Soltó una carcajada.

—Eso lo dices porque sabes que te voy a acabar ganando y quieres tener una escusa... —Me carcajeé.  —¿Cuál es tu nombre, muchacho? 

—Soy Taehyung, ¿y usted cómo se llama?

—Puedes llamarme Minho, y no me llames de usted, me haces parecer más viejo de lo que soy. —Negué con la cabeza.

—Tienes nombre de motero adolescente Minho. Me gusta. —Ambos avanzamos hasta la habitación de aquel hombre.

La tarde se hizo más amena de lo que parecía que sería en un principio. 

El señor Minho me presentó a otros muchos amigos suyos del hospital, me sentí cómodo pasando el rato junto a ellos, eran bastante simpáticos.

Se veía rebosar su felicidad a pesar de estar en el hospital, sólo con las pequeñas cosas, ellos se bastaban para ser dichosos y en verdad les admiro por ello. Aunque pronto se hizo tarde.

—Tae, no puedes estar aquí, estos señores tienen que tomar sus medicamentos y descansar. —La enfermera entró a la sala, interrumpiendo nuestra última partida al mentiroso, que por cierto, iba ganando.

—¿Tae? Menudas confianzas, Doctora Ro, ¿o debería llamarla por algún mote cariñoso también? —La mujer negó con la cabeza mientras sonreía irónicamente. —Pregúnteles a ellos, quieren que me quede. —Les miré intentando dar algo de pena para que ésta desistiera y los mayores asintieron acaloradamente, correspondiendo así mis palabras.

—Lo siento Taehyung, pero son las reglas, a pesar de que no te guste cumplirlas, es mi deber que lo hagas, sube anda, mañana podrás venir otra vez. —Resoplé antes de que me moviera de lugar.

—Está bien, pero que conste que me estás echando contra mi voluntad, tomaré represalias contra ti. —La doctora rió y cerró la puerta, dejándome fuera de la habitación.  —¡Eh, que iba enserio! —Bufé antes de volver a caminar hacia mi cuarto. —Y ahora a ver al idiota... 

Coloqué la capucha de mi sudadera sobre mi cabeza, y subí al ascensor, tamborileando con mis dedos en la pared de éste, hasta llegar a mi destino, y caminar dirección a la 114, encontrando dentro a los dos adolescentes que había dejado allí al marchar.

—Anda, otra vez tú por aquí. —Dijo irónico el pelirrojo-.

—Es mi habitación, ¿qué esperabas? —Me tumbé boca arriba en la cama, mordiendo mi labio rítmicamente ante la mirada que ambos me brindaban.

—¿Tú de qué tienes cáncer? —Le miré con cierta repulsión, ese chico se estaba tomando demasiada confianza y aquello no me gustaba.

—¿Qué te importa? —Alcé ambas cejas, antes de comenzar a silbar.

—Uhm, Jungkook, tu compañero no es fácil, me gusta. —Reí ante sus palabras, mientras él colocaba su pelo.

—Hyung, basta, déjalo, es un idiota... —El castaño se incorporó, mirándole serio.

—Que haya herido tu ego no significa que sea un idiota, de hecho, tú eres el que actuó como un completo imbécil, creo recordar. —Humedecí mis labios, esperando una respuesta, más ésta no llegó, y fue el otro muchacho el que se dedicó a contestar.

—Wow, stop stop, van a pasar mucho tiempo juntos, se supone que se deberían llevar bien. 

—Las suposiciones son divertidas. —Sonreí al ver que al castaño sólo le faltaba echar humo por las orejas, debido al enfado que se podía percibir que sentía.

—Será mejor que me vaya, mañana tengo que ir a clase, vendré todos los días que pueda, Kook, nos vemos. —Sonrió antes de abrazarle y dedicarme una mirada cómplice.  —Adiós, chico malo.  —Movió la mano antes de alejarse.

—Adiós, imbécil. —Añadí haciendo un gesto con la cabeza para despedirme, haciendo que riera y saliera por completo de la habitación.

—¿En verdad te sientes bien tratando así a la gente?  —Mi compañero resopló.

—Oye, ni que hubiera matado a nadie, y sí, me divierto bastante, la verdad, gracias por preguntar. 

—Eres insoportable. —Se dio la vuelta para no observarme.

—Ah, ¿sí? Lo añadiré a la lista de adjetivos que me importa una mierda que me llamen. —Observé cómo tapó su cara con la almohada, ante la indignación, me levanté y me dirigí a su lado, observando la mochila repleta de cosas que estaba en la silla del rincón.  —¿Cuándo te operarán?

—Dijeron que tienen que esperar a ver los resultados de las pruebas, y puede que tenga que someterme a más quimio o directamente hacer la cirugía. Depende de lo que indique el oncólogo. Según contaron, tardaran poco en operarme. —Su expresión cambió.

—Vamos, que pasarás bastante tiempo, aquí el tiempo parece correr más despacio que en el resto del mundo, nunca te operan en la fecha que te estiman principalmente. —Mordí mi labio ante la decepción que sentí por su parte.  —¿Cómo lo llevas?

-No te importa. —Sonreí al ver cómo intentaba hacerse el duro, cuando en verdad se notaba lo asustado que se encontraba, era un chico bastante transparente. 

—Está bien, está bien. —Volví a mi cama, para tumbarme, esta vez bocabajo, hasta que escuché un resoplido y la voz dulce que prosiguió a éste.

—Tengo miedo. Muchísimo miedo de lo que pueda pasar... —Alcé la vista, estaba incrédulo por lo que alcanzaba a observar, el chico se había puesto a llorar, me incorporé, rascando mi nuca ante la impotencia de no saber cómo reaccionar ante la imagen.

—Hey —Dije, tratando de captar su atención. —Escúchame, sé que al principio parece jodido y que se va a acabar el mundo, pero te aseguro que no es así, tú puedes con esa mierda de cáncer, verás como en unos años lo ves todo como una anécdota que contar, sintiéndote orgulloso de ti mismo y de cómo lo superaste. —Me levanté al ver que sus lágrimas no cesaban, y aparté sus manos de su rostro, viendo sus ojos enrojecidos.

—No me veas así. —Reí ante sus inocentes palabras.

—Ah... Sigues siendo igual de feo, ¿qué importa que llores? —Recriminándome internamente por mis siguientes acciones, estreché al muchacho entre mis brazos, al principio se tensó, pero poco a poco, todos sus músculos se relajaron ante el contacto, en verdad se sintió bien, aquel tacto era agradable, más cuando sus manos se posaron en mi espalda, antes de que me apartara por el contacto excesivo.  —¿E-estás mejor? —Asintió tímidamente.

—Gracias. —Al cabo de unos minutos, el muchacho había caído completamente rendido ante el sueño, mis ojos no cesaban de buscar el contacto con el castaño que estaba dormido frente a mí.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro casi sin quererlo y, por primera vez, después de mucho tiempo, pude conciliar el sueño en aquel lugar.

Tal vez tener compañero de cuarto, no sería tan malo.


Brújula Invisible💭 [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora