Renascitur

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"Que despiertes el misterio de estar aquí, y comprendas la silenciosa inmensidad de tu presencia" Oración Celta.


Habían transcurrido al menos 9 horas desde que Dazai había solicitado una cirugía para extraer el tumor en su cerebro. Aunque era de carácter urgente, y no era lo más recomendado ya que sus valores no eran los óptimos, los especialistas en neurocirugía no se hicieron esperar para estar presentes de inmediato.

Pasando por pruebas y análisis para evaluar las condiciones actuales del tumor para idear un plan, el equipo quirúrgico se reunió  mientras Dazai esperaba recostado en la camilla, el área a incidir ya se había rapado, tenía puesta una bata celeste y le habían colocado una sonda intravenosa para pasar suero y mantenerlo hidratado. 

Todo fue demasiado apresurado, incluso los médicos estaban desbordados y un poco irritados por el repentino cambio de planes. Se le avisó los riesgos y efectos que podía tener, el procedimiento a llevar a cabo, y lo que calculaban estaría al menos 8 horas en cirugía, más el tiempo de recuperación que rondaba alrededor de una semana si todo salía bien. 

Cabe recalcar que al ser en un área que controla todo el cuerpo podían haber lesiones crónicas, incluso la anestesia general en su estado no era segura. Firmó los papeles correspondientes y dejó en constancia que no quería ser resucitado si su corazón se detenía, ni ser mantenido en vida por métodos artificiales. 

Chuuya permaneció siempre a su lado, y aunque Dazai no lo demostrara y se notara seguro, no podía evitar sentirse algo ansioso por lo que podría ocurrir, estaba tan cerca a una cirugía tantas veces negada, pero ya no había marcha atrás, quería esto, aprovechar su última oportunidad, y no le importaba si el resultado era en vano. 

La mano del pelirrojo se aferraba a la del castaño en silencio, esperando que lleguen las enfermeras para llevarlo a la sala de operaciones. Todos los demás, esperaban fuera en la sala de espera. 

—Ey, Chuuya.

El pelirrojo alzó la vista cuando escuchó la voz de Dazai, en su rostro se dibujaba una sonrisa sincera mientras su mano pasaba hacia la coronilla de su cabeza para desordenar los cabellos pelirrojos. 

—¿Impaciente?— preguntó Chuuya quitandole la mano y sujetándola de nuevo, como si aquél acto le asegurara que iban a estar juntos pasase lo que pasase.

—Una cirugía no me matará— lo tranquilizó, aunque sabía muy bien que sí, una cirugía podría matarlo en sus condiciones.

—Lo sé.— sonrió — todo saldrá bien.

—¿Y si quedo paralizado desde las caderas hacia abajo tú....?

—¡Oh por favor cállate! ¡no atraigas malas energías!— gritó molesto antes de que siguiese hablando.

Dazai lo miró reprimiendo una risa al verlo tan molesto, jamás se cansaría de las emociones explosivas de su compañero —¿Te he dicho alguna vez gracias, Chuuya?

— No comiences. 

— ¿Hay algo que no te moleste? — reprochó haciéndose el ofendido — si bromeo te molestas, si soy amable te molestas.

— ¡Estoy demasiado nervioso como para escuchar bromas u ofertas de cariño!— exclamó con impaciencia mientras apretaba demasiado fuerte la mano del castaño que hizo una mueca de dolor.

—Y aún así te amo tanto. — lloriqueó dejando que el otro expulsara todo su nervioso en descuartizar su mano. 

—¿Tienes miedo?

Consultorio • Soukoku •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora