6ta meta semanal. Parte I

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Dazai no sabía nada de montar fiestas, nunca estuvo en una normal. 

Las fiestas a las que asistió de adolescente en la mafia eran seguramente muy distintas a las que se esperarían en la Agencia. Dudaba que aceptaran contratar prostitutas, conseguir cocaína, o algunas de esas sustancias que en sus tiempos más oscuros consumió. Al menos antes de encontrar la satisfacción en el whisky y bares silenciosos, alejándose de todo aquéllo, que más que aliviar su vacío, lo acentuaba.

Para liberarse del estrés de organizar algo así, le comentó a Atsushi de forma indirecta la meta que le habían encomendado. Este con la emoción a flor de piel, organizó una fiesta en la agencia, tranquila a pedido de Kunikida y el Jefe.

Ranpo se encargó de pedirle que encargue todo tipo de pasteles, magdalenas, muffins y cualquier cosa empalagosa. Incluyendo refrescos y papas chips para contrarrestar el sabor dulce.

Yosano por su parte, su único aporte fue la compra de numerosas bebidas alcohólicas, porque una fiesta sin alcohol, no sería una fiesta. 

Kunikida se limitó a mantener la logística del caos que se estaba formando. Los hermanos Tanizaki al ser los más familiarizados con ese tipo de eventos, arreglaron la oficina para dar el ambiente propicio, encargándose también de la música, claramente el volumen de la misma fue regulado también por Kunikida, lo suficiente para no tener que elevar la voz al hablar. El pequeño Kenji preparó una barbacoa con carne y verduras que su abuelo le envió, además de conseguir cangrejo especialmente para Dazai. 

Según el horario establecido por Kunikida, la fiesta se llevaría a cabo desde las 19 hasta las 23 horas. 

Ya marcada la hora indicada, la música comenzó a sonar, los vasos con refrescos para los menores comenzaron a correr, y para los mayores; las cervezas, whisky y vino. La barbacoa comenzaba a humear y el ambiente se volvía cada vez más relajado.

Atsushi llamó la atención de todos cuando se dio cuenta que había un pequeño gran detalle a tener en cuenta:

Dazai no estaba allí.

—¿Dónde está Dazai-san?— preguntó mirando por todos los alrededores en busca de al menos un bulto sobre el sillón pero sin resultado alguno.

—Se fue ni bien terminó su turno, dijo que volvería— aclaró Naomi.

—No vendrá— agregó Kunikkida cruzándose de brazos — una fiesta que se llevo a cabo por Dazai, y el desperdicio de vendajes no está.

—No me sorprende — comentó Ranpo comiendo un pedazo de pastel — ¿Lo positivo? ¡Más pastel para mí!

—Pero... ¿y si le llamamos?

—Le estoy marcando, no contesta — dijo el hermano Tanizaki con el celular en mano.

—¿Alguien sabe dónde vive?

Todos se miraron en busca de alguien que alzara la voz para responder a aquélla pregunta, sorprendentemente, nadie sabía.

—¿Cómo es que nadie sabe dónde vive? — preguntó Atsushi. En su mente no cabía que no supieran donde vivían los empleados, y mucho menos siendo una Agencia de detectives.

—Nunca dio la información — contestó Kunikida bufando — porque según él, le interrumpiríamos sus sesiones de suicidio, o los días que prefiere no venir a trabajar.

—¡Dazai debería estar aquí! ¡preparé cangrejo para él! — exclamó Kenji levantando una pinza desde la barbacoa.

—No atiende el teléfono, y no sabemos donde vive, es en vano. Solo queda esperar si viene o no. — se resignó a comentar el hermano Tanizaki. 

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