Sesión n°6

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Una vez más, el terapeuta había salido del consultorio para ir junto a Dazai hacia un parque cerca de allí, dejando atrás las planillas y fichas que creía que en esta sesión no serían necesarias.

Al llegar, le indicó sentarse en el césped bajo un árbol frente a él. Al castaño le resultó gracioso ver a un hombre bien vestido como Jhon sentarse a lo indio sin protesta alguna. Dazai imitó la acción, un poco de aire no le vendría  mal.

—Te veo diferente hoy. — habló Jhon — ¿Has entendido los ejercicios de esta última semana? Cuéntame como lo llevaste.

—Sus ejercicios despertaron impulsos que no esperaba. — contestó desviando la mirada.

—¿Mis ejercicios? Querrás decir, tus impulsos se despertaron por la percepción de tus sentidos. ¿Qué impulsos?

—Sexuales.— respondió mirándolo a los ojos con una sonrisa.

Aunque un poco sorprendido, se alegró que no se manifestaran sus impulsos auto destructivos, o al menos eso sabía hasta ahora — Está bien, los has llevado al plano erótico ¿Cómo te sientes ahora?

—Estoy preocupado.— contestó arrancando una pequeña flor roja aislada de las demás, acariciando cada pétalo, antes de arrancarlos y terminar por deshacerse al fin de ella. Ser dulce y amable, disfrutar cada segundo una vez la quitaba de su sitio. Para al fin, dejarla sin nada. 

— Ocuparse es la solución ¿podrías ocuparte de aquéllo que te preocupa?

—Aún no lo sé.

—¿Quieres decirme sobre qué se trata?

—Creo que... me preocupa mi relación con Chuuya ¿Recuerda que le dije que no iba a tener sexo con él? — el terapeuta asintió — pues lo hice.

—No me sorprende.

—Si es un adivino, ¿por qué no me lo predijo? — preguntó con tono burlón.

—Al negar algo que no ha sucedido y que nadie te hizo entender, da en manifiesto tu deseo. Reprimir tus deseos no durarían mucho. ¿Te arrepientes? ¿Sientes culpa? 

—Le haré daño. — contestó rápidamente. Frunció el ceño al levantar la vista hacia el sol, encandilado por la luz blanca. Porque una sensación tan cálida en su rostro, al verla directamente le cegaba, no podía dejar de pensar cosas incoherentes.  

—Aún no ha sucedido y sientes que lo harás de todas formas. ¿por qué? ¿quieres hacerle daño?

—Sé que lo haré. A veces intencional, a veces sin darme cuenta. Es lo que sé hacer. Porque no quiero que se equivoque conmigo, que olvide quien soy.

—¿Quién sos?

—Un ser solitario— contestó mirándolo a los ojos fijamente, intentando que le entendiera.— que aunque en momentos, puedo admitir que ansío calor humano, no es lo que quiero, no es con lo que me siento cómodo.

—Si se olvidara de quien eres, ¿a quién piensas que ve él en ti?

—A la persona que fui cuando nos conocimos... Era un niño.— rió recordando algunas situaciones, las más comunes; Chuuya cuidando de él como si fuera frágil, siempre con su mirada preocupada.

—¿Cómo era ese niño?

—Triste. Miedoso. Inocente. Infeliz...

—Haciendo daño, ¿evitas que piense que tienes esos sentimientos? Miedo, tristeza, infelicidad...

—Es un recordatorio. Chuuya me odia por quien soy ahora, pero creo que quiere a quien fui y busca rastros de esa persona, a quien cuidar... Sinceramente, esa es una de las cosas que odio de él.

Consultorio • Soukoku •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora