Sesión n° 7

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— Osamu Dazai, adelante por favor. — alzó la voz el licenciado desde el interior del consultorio al salir una de sus pacientes, dejando la puerta apenas abierta. Le llamó la atención no obtener respuesta alguna y notar que no ingresaba nadie. Hasta la fecha había asistido puntualmente a todas las sesiones.

Se puso de pie para cerrar la puerta del consultorio y esperar a que los minutos pasaran antes de que sea el siguiente turno, o en su defecto, que su paciente llegara tarde. Al acercarse a la puerta escuchó suaves murmullos,  y por supuesto, Dazai si estaba ahí, en la sala de espera arrodillado  y besando el dorso de la mano de la señorita que acababa de salir.

—Oh, ¡tan suave como los pétalos de una rosa! — exclamó con su tono melodramático mientras acariciaba delicadamente la mano de la joven— el destino me ha cruzado con usted en este espacio tan desagradable para una bella flor como usted. Dígame, encantadora dama. ¿Está usted tan trastornada como yo? 

—¿Perdón?— preguntó la susodicha.

—Si usted esta aquí por fallidos intentos de suicidio, déjeme decirle que es su día de suerte. — siguió hablando ignorando la cara extrañada de la chica — la oferta de acompañarme al río y desaparecer junto con una preciosa mujer como usted, aún sigue siendo una de mis prioridades, ¿le gustaría ser la afortunada?

—No... no vengo por eso.

—¿A qué viene?

—Osamu. — le llamó el terapeuta que se encontraba escuchando todo desde la puerta. — los minutos corren.

—¡Buenas tardes, licenciado!— saludó aún tomando la mano de la chica — Solo un minuto — avisó mientras volvía la mirada a la jóven— ¿Qué me dice? ¿No es acaso la mejor propuesta que le han hecho en años?

La chica observó al psicoterapeuta que le daba la negativa  — Lo siento — dijo soltándole la mano. Esbozó una sonrisa de picardía al notar el gesto de decepción por parte del castaño, sutilmente se acercó para susurrarle al oído — Soy ninfómana, si me ofreces morir de otra manera puede que...

—¡Osamu! ¡Al consultorio! — ordenó estrictamente el terapeuta cruzándose de brazos. 

Ambos giraron su vista hacia Jhon, parecía que no era de su agrado ver como dos de sus pacientes violaban sus normativas frente a sus narices, uno pidiendo suicidio doble y la otra insinuando tener sexo. Dazai se puso de pie haciendo una leve reverencia hacia la chica mientras limpiaba el polvo en sus rodillas.

—Quizá podamos hablar en otra ocasión — dijo guiñándole un ojo. La chica le devolvió una sonrisa, y mientras saludaba al terapeuta salió de allí sin prisa.

—Adelante. — indicó Jhon dándole paso al castaño que ingresaba con una sonrisa inocente en su rostro.

Tomando ambos asiento, se dispuso a servir un poco de té verde en las respectivas tazas que Dazai aceptó gustoso. Jhon por otro lado miraba en silencio la ficha del castaño. Se veía algo molesto y Dazai no ignoró el hecho.

—¿Por qué esa cara licenciado?— preguntó mientras bebía un sorbo del té.

—Un segundo — masculló ojeando las hojas y dejándolas a un lado — Bien, seguimos igual entonces. Los números no han cambiado, pero siguen bajos comparados con el principio.

—Supongo — dijo encogiéndose de hombros — no me diga que esperaba un cambio.

—No realmente. Pero no esperaba una escena como esa en la puerta de mi consultorio, ¿me lo explicas? — preguntó prestando toda su atención al castaño.

Consultorio • Soukoku •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora