6ta meta semanal: Parte II

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No sería la primera vez que un grupo de gente lo miraran estupefactos; él tenía la costumbre de llamar la atención con su sola presencia bien impuesta. Pero en ese momento, bajo la mirada confusa de todos sintió deseos de dar media vuelta y largarse de allí.

Porque claramente, estar ahí no era absolutamente esperado por nadie y no era un sitio donde podía pertenecer, o involucrarse sin llamar la atención. Un ejecutivo de la Mafia en territorio enemigo, ¿qué faltaba ahora? ¿reír todos juntos tomados de la mano mientras daban vueltas en círculos como unos niños idiotas? Una vez más se maldijo internamente por ser tan fácil de manipular por el estúpido de Dazai.

—No lo miren así, se portará bien. ¿Verdad Chuuya?

Una palmada en su espalda con un brusco empujón para que atravesara la puerta y se adentrara a la sala lo despertó de sus pensamientos. Cerró los ojos molesto y bajo un suspiro, descendió su sombrero a su pecho, se inclinó levemente sin decir una sola palabra y dedicándole una mirada amenazante a Dazai se dirigió a un sillón lo más alejado del punto de encuentro, dándose solo 15 minutos para estar ahí y luego marcharse. 

—¿Me puedes explicar que hace él aquí, Dazai?— el que se animó a preguntar primero fue Kunikida, quien daba fuertes golpes al piso con su pie esperando una respuesta coherente. —Llegas una hora tarde, y te das el lujo de traer alguien sumamente peligroso ¡Alteras mis horarios! ¡Eso no estaba en mis planes! — exclamó exhibiendo su libreta de ideales.

—Chuuya no es peligroso si no lo provocas.— rió Dazai observando la sala llena de comida, postres, bebidas de todo tipo, entre ellas whisky que fue directo a la mesa para servirse un poco mientras Kunikida lo seguía atrás regañándolo en voz baja para que el ejecutivo no lo escuchara — ¿Es una fiesta para mi y no puedo traer invitados? — preguntó mirándolo divertido mientras se servía un poco de whisky y tomaba un sandwich.

—¡Por mi no hay problema Dazai-san! — Kenji le dejó frente a él un exquisito plato de cangrejo, a Dazai le brillaron los ojos por tal manjar y dejando el sandwich de lado se limitó a devorarlo.

—¡Ahora si tiene sentido haber venido! — exclamó contento con la boca llena.

—¡Dazai! Si ese hombre hace algo, te juro que...

—Sí sí. — balbuceó haciendo ademanes con la mano libre para que se despreocupara.

Transcurriendo los minutos, mientras todos comían y charlaban amenamente ciertos grupos comenzaban a formarse por orden natural. Ranpo estaba conversando sobre diferentes novelas de misterio demasiado fáciles de resolver con Yosano, disfrutando postres mientras esta bebía un mojito que se había preparado.

Atsushi iba dejando todo lo más ordenado posible, sin dejar rastros de platos vacíos o servilletas tiradas, ayudado por los hermanos Tanizaki. A la vez que dejaban a Kenji, de forma sigilosa, dormir cerca de unos de los sillones donde Chuuya aún permanecía estático de brazos cruzados sin siquiera dirigirles la mirada.

Kunikida era uno de los más activos, se detenía de vez en cuando para conversar con Yosano y Ranpo, en otras situaciones regañaba a Dazai, y en otras daba ordenes a los demás para mantener todo en orden. Tanto Yosano como Ranpo pensaban que la presencia de Kunikida solo hacía de la fiesta un perfecto fracaso, en silencio el rubio iba contabilizando que consumía cada uno para evitar futuros estragos. Él mismo bebió solo un vaso de ron con cola como indicaba su libro de ideales que debía consumir en ese tipo de situaciones.

Dazai sin embargo, con un vaso de sake en mano, estaba recostado sobre una de las ventanas que daba a la calle, observando el cielo oscuro, simplemente deliberando hace cuánto tiempo no visualizaba una sola estrella. Parecía tranquilo, simplemente disfrutando de las pequeñas ráfagas de viento que acariciaban su rostro y desordenaban sus cabellos.

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