Que Harry perteneciera a una banda era una patada en el culo, pero lo que más me dolía era el simple hecho de no poder estar con ellos. Le agradecía a Harry que me hubiese contado la verdad, pero creo que soy capaz de pensar por mí misma y sé que aunque parezca una idiota su compañía me conviene.
Me acordé de Maddie y me sentí culpable, habían pasado cuatro días desde que habíamos hablado y sabía que teníamos que tener una conversación urgente, debía contarle lo que había pasado el miércoles y también debía hablarle sobre Raoul, Harry y sus amigos. La muerte de mi madre no me había afectado tanto como yo pensaba que lo iba a hacer, yo la quiero, pero no puedo sentir lástima por una persona que nunca me dijo te quiero. Me levanto del sofá y voy en busca de mi móvil para mandarle un mensaje a Maddie.
Yo: Te apetece venir a mi casa a comer. Tengo que contarte muchas cosas y supongo que tú también.
Maddie: Claro que sí, me tenías un poco abandonada :(
Yo: ya te contaré el por qué.
Levanto la mirada del móvil y observo a Harry dormir. Está tan tranquilo que me gustaría saber en qué está soñando. Decido levantarme para preparar el desayuno porque no quiero que se levante y me pille mirándole dormir. Preparo café, pero antes voy al aseo a mojarme la boca. El alcohol no sienta nada bien a la mañana siguiente, tu boca parece cartón y tu estómago está lleno de a saber qué, por no hablar del dolor de cabeza. Me miro en el espejo y casi me da algo al verme la cara. El poco maquillaje que me había puesto la noche anterior estaba por toda mi cara, parecía un mapache con los labios pintados. Daba pena. Las lágrimas de rímel se habían secado en mis mejillas. Me limpio la cara y estoy más decente, no hay ni punto de comparación. Me dirijo de nuevo a la cocina. Harry estaba apoyado en la encimera tomando su taza de café.
—Buenas días— me dice.
—Buenos días.
Cojo unas rebanadas de pan y las tuesto, nunca he sido fan del café solo para desayunar, yo al menos necesito algo sólido para desayunar.
—¿Quieres tostadas?
—No, gracias.
Me echo mantequilla y mermelada de fresa y mojo la tostada en el café. Esta combinación está buenísima, me recuerda a cuando vivía en Londres y mi padre desayunaba esto todos los días.
—¿Pero que haces? Estás estropeando el sabor del café.
—¿Y qué? Estoy potenciando el de la tostada.
—No te lo discuto, pero pobre café.
—Pruébalo.
Le pongo la tostada en la boca y él le da un mordisco mientras no aparta su mirada de la mía. Creo que me voy a derretir. Por favor, si me muero hoy que todos mis pintalabios los donen a una ONG.
—¿Te gusta?
—Me pensaba que iba a estar peor.
—La respuesta no es esa. No pensabas que iba a estar tan buena.
—Menuda caja de sorpresas.
Sus dedos largos dan golpecitos a la taza. Me pregunto que pasará por su cabeza, es él quien es una caja de sorpresas. Sus manos son tan grandes que la taza parece invisible. Si llego a saber qué Harry se iba a quedar a dormir en mi casa y que iba a desayunar hubiese comprado churros con chocolate para hacer la despedida más dulce, aunque el café amargo es perfecto para describir la situación. Termino de beberme mi taza y la dejo en el fregadero, ya lo fregaré todo después cuando tenga ganas. No le dirijo la palabra y me voy a mi cuarto, no tengo ganas de decirle nada, sería una pérdida de tiempo porque no vamos a llegar a ningún lado. Es un poco extraño dejar a un desconocido en tu casa mientras que tu estás en tu habitación, y más aún cuando sabes que está ahí abajo y que se puede ir cuando le dé la gana. Me pongo a ordenar mi habitación, siempre hago eso cuando estoy nerviosa o cabreada, me relaja. Menudo desastre, los pantalones que me puse ayer están hechos un churro en el suelo junto al jersey. Esto tiene que ir directamente a la lavadora urgentemente. Decido que es una buena idea ducharme para que cuando venga Maddie este más fresca. Me desnudo y pongo el pestiño, por si acaso. Me miro el pecho en el espejo, siempre lo hago. Mi pecho era un tanto peculiar, tenía una cicatriz enorme que se veía incluso con el sujetador puesto. La noche anterior Harry tuvo que pensar que era una idiota por haberle dicho que mis pechos eran especiales, supongo que me habría malinterpretado y seguro que no había pensado que una cicatriz de ocho centímetros atravesaba mi pecho derecho. Mi madre fue la culpable, un dia tiro una botella de cristal al suelo porque estaba muy cabreada y yo estaba en el suelo jugando con mis muñecas, desgraciadamente un cristal se me clavó en el pecho y me dejó esta cicatriz, lo único que recuerdo después de esa parte fue que había mucha sangre en el suelo, supongo que me desmaye porque cuando abrí los ojos estaba en una habitación blanca de hospital con una venda en el pecho, me dolía mucho. En la habitación solo estaba mi padre y desde ese momento siempre tuve una preferencia por él. Alguien toca a la puerta y pego un brinco del susto.
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Ángel Caído | Harry Styles
FanfictionCarly Beer, una chica desorientada que no tiene muy claro que hacer con su vida. Harry Styles, el típico chico que no querrás presentarle a tus padres. Tras coincidir en una fiesta, ambos se vuelven inseparables. Harry no quiere volver a estar sol...