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Decidí que era una buena idea para despejar mi mente ir a dar un paseo. Estuve durante horas andando y cuando me di cuenta estaba enfrente de mi antigua casa, mi casa de verdad. Entre esas paredes estaba la verdera Carly.
Tuve que entrar, no podía pasar por delante de mi casa y actuar como si no pasase nada, porque obviamente algo malo estaba sucediendo que no me dejaba vivir la vida que siempre había vivido.
La puerta estaba cerrada, pero recordé que en la mochila siempre llevaba unas llaves de repuesto porque era muy propensa a dejarlas por cualquier parte o de perderlas.
La casa estaba como la había dejado, tenía que ir a mi habitación para poder volver a respirar mi esencia, mi olor corporal. Ver las fotos de mi padre en el pasillo y en las escaleras con mi madre y con mis abuelos no me ayudó en nada, las lágrimas corrían por mi mejilla y no podía controlarlas, era inútil intentarlo.
La habitación estaba totalmente a oscuras ya que la ventana estaba cerrada y  la persiana estaba bajada al máximo, ningún tipo de luz podía pasar a través. La cama estaba alborotada y yo la había hecho antes de irme. El corazón me iba a mil solo de pensar quién podría haber estado en esa cama esperando a que yo volviera, que tipo de cosas habrá hecho entre estas cuatro paredes, toda mi intimidad estaba reducida al cero.
Sabía que no tenía que estar mucho tiempo allí porque en cualquier momento podría entrar alguien y justamente encontrar lo que tanto busca, es decir, a mí.
No quise irme sin antes ponerle una nota.

No tengo ni puñetera idea de quién coño eres, pero lee con atención, no me asusta esto que estas haciendo porque soy una mujer fuerte y créeme si te digo que ya no me queda nada en la vida que perder que no sea a mi misma.

Aunque había escrito la nota con toda la valentía que podía, justo al terminar otra vez me puse a temblar como un corderito porque sabía que si me encontraban no iban a tener ningún tipo de piedad e iban a hacer conmigo todo lo que se les antojase. Por mucho tiempo que pasaba seguía sin entender que persona en su sano juicio iba a perseguir a una chica corriente, tirando a mediocre, pero no me voy a menospreciar yo misma.
Cerré la puerta de nuevo con llave y me dirigí a la calle, y aunque suena raro, me sentí más segura allí que dentro de mi propia casa.
Mi padre siempre me había dicho que nosotros eramos los que construíamos nuestro hogar, pero lo que nunca me había contado es que ese hogar se puede destruir sin que te des cuenta de la noche a la mañana. Le echaba de menos, pero cada vez que hablábamos por teléfono llegábamos a la conclusión de que ya era hora de que volvera a California y se dejara los rollos de mi madre, el me decía que quería ayudar a mi abuela materna, ya que ella no entendía muy bien todo lo que hacía mamá y tampoco tenía una edad como para estar ocupándose de todo ese tragín de cuentas.
Mi abuela siempre había sido una mujer muy a la antigua. Le gustaba que su marido la mantuviese y su máxima preocupación era hacer la colada y preparar la comida. Es una pena que no quisiera ser una mujer ambiciosa, aunque mi abuelo no tenía ningún tipo de problema con que lo fuera, pero ella con su mentalidad arcaica no tenía ganas de calentarse la cabeza y dejaba las tareas más "complicadas" al hombre. Si mi abuela supuese hasta que punto las cosas han cambiado seguro que le parecería todo una locura.
Hablo en pasado, no por nada en especial, sino prpque hace mucho tiempo que no veo a mis abuelos, tanto como a los paternos como a los maternos. Cuando era pequeña y vivía en Manchester solía pasar un fin de semana en la casa de cada uno de ellos, alternando para que no se cabreasen. Pero las cosas cambiaron cuando mama empezó a beber, mis abuelos maternos pensaban que era por mi culpa, que yo la agobiada tanto que ella necesitaba otras vías de escape, como lo era el alcohol. Pero no era mi culpa, yo no le había beber porque siempre que estaba conmigo ya venía bebida de ante mano, las culpables fueron sus amigas y eso fue algo que ellos no pudieron entender. Con respecto a mis abuelos paternos, al mudarnos dejé de mantener tanto el contacto, y sé que debería hacerlo porque hay gente que no tiene esa oportunidad, pero estoy años sin hablar con ellos, y sin verlos que me parecía hasta forzado y extraño.
Me sentía agobiada por no poder hacer todo lo que tenía que hacer, no podía proteger a mi padre y la única cosa que me había pedido era que mantuviera la casa en orden y no lo había cumplido.
La cabeza me pesaba el doble y entendía que era normal porque la noche anterior me había pasado. No tendría que haber hecho nada y ms estando sola, ¿y si me hubiera dado un coma etílico o un golpe en la cabeza a causa de una caída? Ya me estaba poniendo paranoica.
Caminé durante una hora más, aunque ya los pies me dolían, pero no quería encerrarme de nuevo en la casa de Harry. Acabé en la orilla de la playa de California, la arena estaba limpia y bien alisada, el agua era tan cristalina que se podía ver a través de ella los peces. Metí los pies y el agua estaba ligeramente helada ya que estábamos casi a principios de diciembre. Faltaban unos pocos días para mi cumpleaños, que era el 25 de diciembre, y como era costumbre, no tenía la intención de celebrar algo colosal. Me sentía incómoda cuando esto pasaba, no me gustaba ser el centro de atención y este año no iba a ser menos. Menos mal que mi cumpleaños era el mismo día de Navidad y así tenía la escusa perfecta para darle largas a Maddie. Todos los años ella solía salir con sus compañeros de clase, los cuales tenían una jerarquía social diferente a la mía, una casa preciosa y un coche gigante y no me apetecía que me preguntarán cosas acerca de mi vida. Esperaba que este año mi padre para ese día ya estuviera en casa y pudiéramos pasar el día juntos.
Nunca podría cansarme de tener los pies bajo la arena mientras rozaba el agua a su vez, era la sensación más liberadora que nunca había sentido.
Pero decidí que ya era hora de volver a casa porque sino Harry se iba a preocupar, no era responsable por mi parte salir de casa sabiendo que había alguien detrás que quería incluso matarme, pero si no salía me iba a acabar matando yo misma.
Tampoco creía que a pena luz del día y rodeada de tanta gente alguien pudiera cometer un crimen sinceramente.
Me percaté de que no había comido nada, pero de todas formas sentía en el estómago como si me hubiera tomado un plato de sopa caliente, el estómago estaba lleno de líquido, bueno para concretar de alcohol de la noche anterior.
Odiaba esta sensación, pero pensé que era mejor tomar algo que estar en ayunas y más cuando todavía me faltaba un buen tramo a pie para llegar a casa. Entré a un supermercado que pillaba cerca de la playa y compré un sándwich ya preparado. Prefería hacerlo yo, pero estaba bueno, comible. No me podía quejar.
Cuando llegué a casa estaba muy tranquilo todo, eran más de las cinco de la tarde y todo mi cuerpo estaba cubierto por una fina capa de sudor. El calor de California era muy pegajoso, lo cual le producía picores por el cuerpo y me sentia como si me hubiera machacado en el gimnasio durante horas. Necesitaba una ducha urgente. Me enjuagué el pelo también y tenía arena por todos los lados, cómo cojones había llegado hasta mi cabeza. Simplemente me fascinaba la forma en la cual la arena era capaz de meterse por lugares que desconocías hasta ese entonces.
Cuando terminé me quedé como nueva, el agua me relajaba. Eso de que la música tranquiliza a las fieras creo que es totalmente mentira, al menos en mi caso, era el agua la que me transmitía tranquilad y relajación cada vez que las cosas se ponían tensas. Recuerdo haberle rogado a mi padre para que pusiera una pequeña piscina en nuestro patio, pero ahora siendo madura ya entendía que no teníamos el dinero suficiente como para mantenerla y pagar todo lo que era necesario. A demás la playa no me pillaba tan lejos y así también hacía un poco de deporte.
Con el pelo mojado, porque quería que se me secase al natural, fui a la habitación de Raoul porque me apetecía hablar con él sobre chorrada durante un buen rato y también para enseñarle el tatuaje que me había hecho. Cuando entré me encontré con la estampa más entrañable que jamás había percibido, Harry y él estaban riéndo como niños y golpeándose con cojines. No se detuvieron ante mi presencia y cuando vi que había un cojín solitario al otro lado de la cama corrí a por él y me uní a la lucha. Las carcajadas iban y venían y resonaban por toda la habitación, nunca los había visto tan felices a ambos.

[Capítulo veintitrés] [publicado sin editar]

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[Capítulo veintitrés]
[publicado sin editar]

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Hoy me apetecía subir algo porque es 1 de febrero y como la mayoría sabéis es el cumple de Harry y quería hacer algo especial. Era como un tipo de regalo para todas las que son fans y leen esta historia ❤️🎂
Gracias por ser siempre tan fabolusxs 🌺🌼🐝
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Ángel Caído | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora