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—¡Ellos no son mis amigos! —gritó Peyton —Ni siquiera sé sus nombres.

Yo le miraba enfurecida, mientras que Keira estaba mirándonos entretenida comiendo palomitas. Se había unido a la conversación cuando subió y escuchó golpes que provenían de la habitación de su hermanastro. Peyton había entrado en un estado de ira cuando había nombrado a los chicos que lo acompañaban esa noche en el coche.

—¡Ese no era mi puto coche!

Me estaba desesperando, no quería hablar con él por eso, quería saber por qué tenían la necesidad de ir por ahí secuestrando a chicas y obligarlas a hacer cosas que no querían. Me importaba bien poco si eran amigos del alma o si no era su coche.

—¡Me drogaron!

¿Cómo?

—Pero si estabas conduciendo —dije.

—¿Y?

—Pues no sé, no es lo más sensato.

—Acaso crees que les importa lo que le pase a un chico que no conocen de nada.

—Pues no sé tú, pero yo me preocuparía si la persona que lleva el coche va drogada —contesté cabreada, me daban ganas de arrancarme los pelos. Está conversación estaba acabando conmigo.

—Pero tú formas parte de la banda, tienes que conocerlos.

—No tiene nada que ver.

—¿Se puede saber qué me he perdido?—preguntó Keira que estaba aún más perdida que yo—¿De qué narices estáis hablando? ¿Qué banda?

—No es asunto tuyo —dijo Peyton cortante.

—Se lo dices tú o se lo digo yo. —No podía aguantar que Keira no supiera lo que tenía dentro de su casa.

—Chicos, estoy muy perdida.

—Hace dos semanas Peyton y yo coincidimos de una manera un tanto desagradable. Iba caminado por la calle, de camino a mi casa cuando él paró el coche en el que iba y me subió a la fuerza. Me llevó a una casa gigante donde se estaba haciendo una fiesta ilegal y intento aprovecharse de mí. Él y sus otros compañeros. Esa noche conocí a Harry y a todos sus amigos —le expliqué todo lo que sucedió aquella noche que aún recuerdo amargamente. Mis ojos estaban vidriosos por el simple hecho de pensar que hubiera pasado si Harry no hubiese entrado en ese cuarto aquella noche con sus amigos.

—Perdóname, de verdad, yo no quería...

—¡Me da igual, estuviste a punto de hacerlo! —le contesté rabiosa.

Pude notar como el rostro de Keira se llenaba de decepción, primeramente por saber que el chico que le gustaba había consumido y drogas y segundo, pero más importante que no importó sobrepasar los límites con una chica que no quería nada con él. Me sentía despreciable, si esta conversación la hubiéramos tenido antes ese sentimiento en su rostro no existiría.

Una cosa tenía clara, él no podía ser quien me mandaba mensajes, porque en fondo notaba su arrepentimiento por lo ocurrido.

—¿Conoces a Harry? —pregunté interesada.

—La pregunta es ¿quién no conoce a Harry? Es el líder.

—¿Es buena persona?

—Quién soy yo para juzgar a otra persona después de lo que estuve a punto de hacer. Me siento tan despreciable.

—¿Y no sabes nada sobre unos mensajes?

—¿De que estás hablándome ahora?

—Déjalo.

Ángel Caído | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora