CAPITULO 11

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TU TAN TÍMIDA,

ME DIJISTE:

"SI ME QUIERES, DA EL PASO"

Y TE ESPERARE AL FINAL DEL CAMINO.

―TU CUERPO EN VERSO.

A Eduardo le costaba creer que su pequeña Jeannine, era capaz de sostener una espada. Aun no entendía como aquella niña llorona, la mujer caprichosa y sumisa, había tenido un cambio demasiado drástico.

Pensaba como con la cabeza fría, neutral, fue cuando dedujo que si los problemas de Rusia con Turquía continuaban, Inglaterra no se podía quedar con los brazos cruzados intervendría, y Jeannine con aquella determinación que empezaba a tener podría protegerse lo suficiente para que nadie ni nada le hiciera daño.




Los entrenamientos con Eduardo al principio eran demasiado básicos, pero conforme avanzaban los meses lo complicado y elaborado de las prácticas evolucionaban. La exigencia de Eduardo comenzaba a ser molesta pues aun no me perdonaba a ver como pisado su orgullo.

Todos los días entrenábamos antes del amanecer, a medio día ayudaba con los deberes de casa y al caer el crepúsculo salía a galopear con Mortem.

Fueron los días más magníficos, la paz me acogía en la finca, aun sueño con aquellos días felicites.

Ese día los chicos decidieron ir a Londres, las provisiones se habían acabado. Yo quería ir, pero Eduardo insistió en que me quedara a practicar esgrima, según necesito más fuerza en mis ataques, tengo la elegancia pero aun no son una con la espada, y con respecto a las armas de fuego, ni en este siglo me gustan, sin contar que estorban y son muy tardas al cargarla de nuevo.

Sé que no estoy en esta época para divertirme, pero dios mío, como extraño el internet, mi celular, ver películas, extraño tanto la electricidad.

Por mas que a felicidad fuera tan reconfortante, no podía abandonar a mi familia en mi época, tenía que continuar con lo que Nnine había empezado, pero vestida de mujer no me ayudara en nada ―no todos serían tan amables y compresivos como aquellos tres hombres. La mujer en esta época era lo más débil e inservible, una incubadora femenina. No solo lucharía contra una guerra si no sobre todo contra la falocracia del siglo XIX.

La correspondencia había llegado, demasiadas cartas, sobre todo para mis tres hombres.

La biblioteca me ayudaría a despegar mi mente, un poco de lectura seria la cura para mis contantes dolores de cabeza.

ESTO NO ES UN SUEÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora