Jeannine ha vivido con cuatro normas en su vida. Todo vuelve, todo pasa por algo, el que se va no hace falta y lo que se hace se paga.
Una chica pelirroja desea con ansias tener una vida de aventuras y emoción, llenar aquel hueco en su interior, p...
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Cresen, decrecen, padecen, parecen, mecen ¿Qué me hacen?
Quiero hacer las paces con mi otro yo, con lo restante, con lo sobrante, la moralla, la parte que tiene morriña, la que se pone de morros y otras tantas se ponen de uñas, esa que se merece una piña, la desdeñada, la que desde hace años vive como si nada, impávida, ingrávida, ingrata. Sueños que todo lo ven desde tu mundo, ven como caen civilizaciones y se construyen otras, contemplan como se nombran reyes y se derrocan y se observan como los sueños que nunca duermen, solo cambian de cabeza. Buenas noches, felices sueños.
―David Martínez Álvarez. Raiden.
Cuenta la leyenda que el amor nació de los dioses, siendo aquel su más grande y mayor tesoro. En cuanto los humanos supieron de la existencia de aquel "poder" aquello que los dioses tanto resguardaban; la codicia he envidia corrompieron el alma de los seres humanos. Los mortales hurtaron una vasija la cual contenía aquel poder, aquello tanto veneraban los seres divinos, finalmente una brillante luz se impregno en los seres humanos dándoles un corazón y el don más puro he hermoso, el poder del amor. Los dioses jamás volvieron a sentir aquel poder, pues habían albergado un nuevo sentimiento, el odio. Las deidades aborrecieron a los seres humanos, creando sentimientos oscuros, el núcleo de los dioses, llamado alma por los seres humanos, lanzo la más sombría y terrible maldición a los humanos:
―Bendecidos son de amar, dichosos y venditos. Les condenamos, cada vez que el sentimiento del amor nazca en sus corazones la luna los observara despertando a la luz en sus almas, pues no hay nada más magnifico que el don del amor. Malditos están por el dolor del amor no correspondido, torturados serán con el corazón roto.
Ninguno se salvó del dolor del amor, ni los humanos más poderosos se libraron de la maldición. Ninguno mortal se encuentra a salvo de la maldición―Y a ti ¿te han roto el corazón?
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