CAPITULO 31

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Esas caricias que levanta en armas cada uno de mis vellos

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Esas caricias que levanta en armas cada uno de mis vellos.

Ese beso que centrifuga en sueños palabras de amor.

Esa mirada que me pierde, sin papeles ni mapas, solo una gran equis con el mayor de los tesoros.

Un susurro a gritos que me regala tu nombre.

Un grito silencioso de placer que me entrega tu cuerpo.

Todo eso y algún trozo de arcoíris más que ahora no alcanzo a verlo.

Todo eso, tú:

Mi anhelo.

Mi suspiro.

Mi verbo.

―David Parilla

Los mejores soldados al servicio de la reina, dispuestos a dar su vida por la mujer infiel. Unos le querían más que muerte; los rusos la utilizarían para sus fines, y yo daría mi vida por la mujer frágil he solitaria que conocí.

Constantin lidera el segundo grupo y tres de los soldados más capaces comandan los demás grupos.

Camuflajeada como una campesina, una más de las siete mujeres con las que me encuentro, entre ellas Natalia Rose. Mi buena amiga había insistido en acompañarme en esta gran misión, sus palabras habían sido tan claras como sus ojos:

―Donde vos este yo también.

Me encontraba acomodando las riendas del hocico de Mortem. Haciendo tiempo para verle, Jeff no había venido a despedirse y anhelo que deje su temor he orgullo en el pasado. Pero no fue así.

Con dificultad había logrado que Mortem jalara la carreta donde yo y las mujeres nos encontramos.

El camino fue largo, llevando tres noches acampando a la luz de la luna, siendo observados por aldeanos y asaltados en más de una ocasión. Inclusive cinco de mis soldados a cargo de la vigilancia se habían opuesto a seguir mis órdenes.

―No seguiremos más las órdenes de la puta de la reina ―escupe en mis pies el guardia de división.

―Está bien, regresa por donde llegasteis ―me cruzo de brazos―por último necesito que vos y vuestros amigos abandonen sus armas.

―Hija de puta, como os atrevéis a daros órdenes, a nosotros. No sois más que una perra ambiciosa he avariciosa.

―¡Retiraos! No necesito de sujetos como vosotros, buenos soldados me esperan, no me hagáis perder más mi valioso tiempo ―les doy la espalda―. Sargento Ayrton encargaos de los desertores, informar a sus familias de su delito, daros el trato que se merecen estos los caballeros.

ESTO NO ES UN SUEÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora