Haciéndose pasar por una desconocida
Que golpea, en la puerta equivocada
Y se agacha, para que yo y el desconocido, que le abrimos la puerta
Veamos que anda sin calzón.
No sabes lo que significas para mí, saber que apenas llegues, puedo pasarte por suavecito, la mano por encima.
Sacarte las medias, subirte la mini, bajarte el calzón y cuiliarte.
―Autor desconocido
Mis planes no eran tan fáciles como los planeaba, la situación no era más que catastrófica. No hacía más que jugar a ser la heroína, no puedo conseguir nada de lo que planeaba.
Había recorrido un largo camino, y no solo en cuestión de distancia. El traspasar el tiempo y espacio, no era tan fácil y divertido como lo pintan las películas de hollywood.
Estoy atorada, no tengo la remota idea de cómo jugar mis cartas en este lugar y tiempo. Mas desesperada no podía estar, la guerra se arrastra como vil serpiente al acecho, y yo sin hacer nada al respecto.
Lo único que tenía claro, fue que como viajera en el tiempo mi deber era mantenerme neutral, y por las circunstancias actuales, seguir siéndolo ya no era una elección.
La gente de este país, son de los más antigénicos, machistas y empoderados, pero también existían la gente más humilde, bondadosa y caritativa, que yo hubiese visto.
―¿En verdad valía la pena luchar por esta nación? Que lo único que conseguían sus gobernantes era arrebatar y conquistar más territorios.
Eduardo VII, considerado como uno de los conquistadores más en la historia, un hombre de fuertes decisiones. Un gobernante más para su pueblo. Pero yo conocía más allá de lo que dicta la historia. Un buen hombre, un poco gruñón, pero dispuesto a dar su brazo a torcer por su familia. Un hombre por el que valía la pena dar la vida.
Los Franceses, o mejor dicho mi francés en específico, el príncipe heredero al trono Carlos Luis Napoleón Bonaparte tercero, un conquistador más, sabio he implacable. Uno de los mayores enemigos de Gran Bretaña. Pero una vez más, yo conocía al hombre, el risueño, bromista, con una encantadora sonrisa, dispuesto a dar su propia vida por su Francia.
Rusia, tiene un nombre específico para mi, Nathan, el guapo, elegante y misterioso hombre. Un gobernante más para la historia, aquel Zar que se arrancó la venda de los ojos, viendo que sus más apreciados compatriotas, los ingleses, no eran más que unos envidiosos y por supuesto un enemigo más.
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ESTO NO ES UN SUEÑO
HistoryczneJeannine ha vivido con cuatro normas en su vida. Todo vuelve, todo pasa por algo, el que se va no hace falta y lo que se hace se paga. Una chica pelirroja desea con ansias tener una vida de aventuras y emoción, llenar aquel hueco en su interior, p...