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A veces me odiaba por ser tan indecisa. Había vuelto al apartamento de Jeffrey, dispuesta a todo... pero ahora ya no me parecia buena idea.
— Por qué demoras tanto para golpear? -desvio mi mirada del timbre y veo que Jeffrey me mira sonriente desde la puerta, se hace a un lado y yo entro al apartamento.- No me digas que estas dudando.
— Siempre dudo cuando las cosas se tratan de ti. -dejo mi bolso y lo encaro.- Pero hoy no quiero pensar... en nada.
— Lo se -se acerca a mi y me da un beso, mis bragas empiezas a humedecerse.- Sacate la ropa, tengo una sorpresa para ti.
— Por eso a veces dudo -escucho su risa y entro al dormitorio, lo primero que me llama la atención es un consolador de color rosado. Alzo mis cejas.-
— Pero hoy no vas a dudar... vas a hacer lo que yo te diga, sabes que puedes confiar en mi siempre. -yo asiento aun un poco desconfiada de ese objeto, nunca me he metido una polla de goma. Jeffrey se acerca a mi y baja mis bragas, desabrocha mi sosten y me mira.- Follaras esa polla como si fuera la mia, si preciosa? -sus labios rozan mi oido.- No quiero que pares hasta que te corras, sino te castigare.
— Es grande... -susurro y el rie, tira de mi mano hasta subir en la cama.-
— Es del mismo tamaño que la mia, no te sorprendas. Ahora ve -señala el consolador, estoy re contra caliente, he venido hasta aqui dispuesta a que Jeffrey me follara y ahora quiere jugar? No entiendo este hombre. Estoy tan mojada que ni siquiera pienso en usar lubricante que Jeffrey me señala, es raro. Me quiero quejar pero veo como él se acomoda frente a mi y comienza a tocarse por encima del boxer, eso sube mi temperatura hasta lo maximo, era el empujoncito que necesitaba para seguir con esta locura.
— Jeffrey... -susurro sintiendo mis piernas acalambrarse por la cercanía de mi orgasmo, no hacia ni 10 minutos que estabamos en nuestro juego y yo ya estaba por acabar. Este hombre sin ni siquiera tocarme puede generar cosas incribles. Mis piernas tiemblan y disminuyo la velocidad, Jeffrey frunce el seño.-
— Te dije que pares? -yo niego.- Muevete preciosa.
— No... no puedo mas -mi voz suena entre cortada por la ola de placer que me esta generando esta situacion, cierro mis ojos y me muevo un poco mas, el orgasmo llega arrasando con la poca energia y estabilidad de mis piernas, siento la cama mojada.- Dios...
— Joder... eres preciosa -besa mis labios, mi mano se dirige a su polla, el rie y tira de mi.- Quiero correrme en tu boquita, me dejas amor? - yo asiento sin poder procesar tanta informacion y el hecho de que me llamo de amor.
Cuando mis labios tocan su polla inmediatamente siento un liquido caliente en mi boca, lo trago rapidamente y Jeffrey jadea, volviendo a excitarme. Como es que puede?.- A veces me sorprende que te portes tan bien -me besa sin importar probarse a si mismo.- y que estes tan callada...
— Mucha informacion para procesar - abrazo la almohada y el besa mi hombro.- Estoy cansada.
— Lo se, quieres ir al baño? -por mientras sacare esta sabana. Yo asiento y despues de levantarme camino hasta el baño sin importar mindesnudez, alli adentro me enjuago la boca y me higienizo la entre pierna. Abro unos cajones buscando alguna toallita humeda pero termino encontrando otra cosa.
Algo que no me gusto para nada.
Mierda, no puedo tener tanta mala suerte asi.

Profesor. || Jeffrey D. MorganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora